jueves, 3 de septiembre de 2009

PALENCIA: JOSÉ TOMAS DECEPCIONA

FIESTA DE SAN ANTOLÍN


Una decepción llamada José Tomás José Tomás.
Manolo Sánchez y Manzanares cortan una oreja.



El diestro de Galapagar falla con la espada y arruina una buena faena, mientras que Manolo Sánchez y Manzanares salvan los muebles.



JOSÉ MARÍA DÍAZ: nortecastilla.es


PALENCIA, 03/09/09.- Deseosos, henchidos de ver a José Tomás, al final terminaron silbándole cuando abandonaba el coso de los Campos Góticos. No tuvo una buena tarde el diestro madrileño, aunque tampoco pudo hacer demasiado con los dos enemigos que le tocaron en suerte.
Con su primero, viendo la imposibilidad de lucimiento, José Tomás optó por abreviar y se fue pronto a por el estoque de verdad, lo que le granjeó los primeros e inmerecidos pitos. No había toro, y cuando lo intentaba, el astado de Núñez del Cuvillo doblaba las manos y rodaba por el albero. Mató rematadamente mal y el público silenció su desilusión con la esperanza de ver a su ídolo ante el quinto toro.
Aquí sí tuvo mayor enjundia la faena del diestro de Galapagar, aunque ya antes de tomar la muleta había conseguido la conexión con el tendido con lances a la verónica y un quite por gaoneras.
Se arrancó por estatuarios y fue metiendo al toro en la muleta para conducirlo con temple y mando en los medios. El público, codicioso, quería más, pero el toro fue apagándose y la faena no llegó a alcanzar el clímax. Logró algunas tandas de calidad por la derecha, y gustó aún más otra al natural, aunque en todo momento fueron breves, ya que el toro no daba más de sí. Volvió a meterse al público en el bolsillo después de tomar el acero con unas manoletinas finales, en las que citó de frente y dejó ver a ese José Tomás que todos esperaban. Pero de nuevo, la espada se cruzó en su camino, y tras dos estocadas y varios descabellos, el toro rodó por la arena. Una ovación, y pitos en la despedida, por la fuerte decepción que dejó entre los aficionados.
Regresaba Manolo Sánchez después de muchos años a
Palencia, y quizá consciente de que su vuelta se debe a las exigencias de José Tomás de no encabezar el cartel, el diestro vallisoletano no dudó en brindar la muerte del cuarto toro al matador madrileño. Fue en esta faena en la que pudieron verse los destellos de aquel Manolo Sánchez que deslumbraba a mediados de los años noventa. Con un toro que se dejaba hacer, el diestro vallisoletano fue desgranando los pases, uno a uno, con cadencia, muy lentamente, alcanzando una gran belleza en algunas fases, pero sin que la faena terminara de ahormarse. Alargó la faena en demasía, por lo que llegó a oír un aviso, pero fue precisamente en la parte final cuando labró los naturales de mayor intensidad y brillantez, lo que le permitió cortar una oreja.
En el primero no llegó a acoplarse realmente con el toro, del que pudo sacar más.
Manzanares, además de tener que enfrentarse a los flojos toros de Núñez del Cuvillo, tuvo que luchar contra la frialdad y desencanto provocado por José Tomás. Técnico y con oficio, ofreció algunas vistosas tandas, sobre todo en el tercero. Tiene una gran espada.

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