sábado, 10 de julio de 2010

PAMPLONA: LOS GAVILANES / Por Bocanegra

Oliva Soto

Por Bocanegra
Sábado, 10 de Julio de 2010.-Vaya tres, los del plus. Dirán que como esta tele es de pago pues que el quiera ver sanfermín que lo vea, y el que no, pues que se vaya al tenis.

Por lo mismo habría que decir que, ya que se paga, podrían soltar a estos tres gavilanes y no obligar al cliente a tener que quitarle el sonido a la emisión de la corrida.

Al gavilán de plumaje zaíno - más de fermatín que de natura - se le vio el plumero para hacer el primer quite de la tarde al despropósito toricida de Ferrera – valiente y espectacular en banderillas – con la detallada descripción de los gavilanes de la espada, su utilidad, formas y modalidades de uso, que rayaba en lo esperpéntico con el complementario graznar de sus gavilanitos, consumados usuarios de pomos de estoques.

Mientras se habla de una cosa, no se habla de otra, sospechosamente a sabiendas claro está.

La magnificación de la faena al cuarto toro de nombre Tramposo, por el extremeño Ferrera - ¿quien hizo de tramposo? - rayó en lo inaudito con el aleteo televisivo de los pájaros de cuentas, a modo de palmeo almonteño, por el óbolo auricular del surrealista presidente tocado con ridículo sombrero de copa. No solo una, sino dos orejas querían los gavilanes apalomados para Rubén Pinar por la faena perpetrada contra su buen sexto.

De inteligencia natural tildaban el quehacer del manchego por destorear. Por ahí quedó dicho que el torear es obligar al toro con el engaño a ir por donde no quiere. Así sería cuando la fiera quisiera comerse al de luces, pero cuando, como ayer en el disparatado coso pamplonés, el burel embiste con rectitud, humillación, y nobleza a la muleta del manchego, lo inteligente sería llevarlo por donde este quiere. Pues nada, más aleteos almonteños de estos pájaros cuando los latigazos lanzaban al de Fuente Ymbro hacia las pirenaicas redes de las Palomeras de Echalar.

Con Oliva Soto no, con este gitanito de Camas que hizo el único toreo que se vio en ese nido del cuco de la Fiesta, fue obligado sacar la rapacidad del gavilán para mayor gloria de la cetrería, ¿por qué? Ya se sabe que si entre dos uno no quiere, pues no hay amor, además de que la modesta economía, aún, del espada, no podrá sostener romances tan costosos con semejante depredador.

Por otro lado, tampoco se libró del arte de la cetrería el delegado de callejón, los gavilanes sacaban las afiladas uñas alardeando de pico duro por cumplir con su servicio e impedir que ese desaliñado y descarado sujeto -más propio de tendido de sol pamplonica- campe por sus respetos entre barreras esgrimiendo el micrófono contra todo lo que se mueva.

El del plumaje zaíno emulaba –por una vez - a su servil tontoli madrileño, mientras sus acólitos las piaban como chivatos de burladeros, igualito que porteras zarzueleras, al tiempo que soslayaban el relato de la lidia para el pagano tele espectador, absorto por el insidioso vuelo de estos pájaros.

No se rompieron los gavilanes con la corrida de Ricardo Gallardo, además como juegan a pitonisos, luego tienen que sostenella y no enmendalla. Justificar la brava y noble embestida del último de la tarde por causas de mansedumbre supera en estulticia, si cabe, a la atribución, por estas rapaces, de dotes de inteligencia a Rubén Pinar por endilgarle la tan piada faena al sexto, la de Echalar.

Fue un triunfo ganadero, en toda regla, el encierro de Fuente Ymbro. La seriedad de trapío, y la integridad de las astas hay que destacarlo en estos tiempos del medio toro como un hecho que dignifica a la Fiesta.

El juego de sus toros fue extraordinario, aunque a algunos les faltara fuerza como al noble segundo – el mermado en la pelea del encierro mañanero –, pero el lote de Pinar, y por encima de todos el cuarto, de Ferrera, pusieron el listón muy alto, no solo para Pamplona.

Para esta tarde el piar de los pajarracos será erradicado con una sencilla operación con el mando a distancia: Pulsar aquí –Volumen-

¡Adiós gavilanes!

Antonio Ferrera

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