domingo, 30 de mayo de 2010

24ª de San Isidro en Madrid. Siniestro total / Por José Antonio del Moral

El sobrero de Cortijoliva
Como serían los titulares del Marqués de Domecq....

Por José Antonio del Moral
30.05.2010
El rechazo de varios toros de la anunciada corrida de Adolfo Martín, sustituida finalmente por otra del Marqués de Domecq, deparó una tarde enormemente enrarecida con continuas protestas contra los veterinarios y la autoridad que provocaron el cambio. Enojo que aumentó a medida que fueron saliendo los toros por su extrema debilidad y nulo juego. Tanto El Fundi, que ya no está para nada, como Rafaelillo pese a su habilidad con su pésimo lote, naufragaron totalmente, mientras Javier Valverde al menos pudo medio salvarse de la quema con el sexto toro, que tuvo fuerza y aprovechable movilidad hasta lo poco que duró.

Madrid. Plaza de Las Ventas. Sábado, 29 de mayo de 2010. Vigésimo cuarta de feria. Tarde veraniega con lleno. Cinco toros del Marqués de Domecq, muy disparejos y grandullones salvo el anovillado quinto pese a su altura y pitones. Dieron pésimo por no decir nulo juego por su falta de fuerza y escasísima raza llegando a la muleta prácticamente parados aunque algunos, como el segundo y el cuarto, se encelaron en el caballo, dormidos en el peto. Se salvó el sexto por su mayor fuerza y movilidad. Por devolución del primero, muy débil tras encelarse durante varios minutos en el peto, se corrió un sobrero del Cortijoliva que no tuvo un pase.
El Fundi (esmeralda y oro): media estocada y descabello, silencio; estocada atravesada y descabello, silencio.
Rafaelillo (amapola y oro): pinchazo y media estocada baja, silencio; estocada trasera tendida atravesada, silencio. ç
Javier Valverde (corinto y oro): sartenazo atravesado que hizo guardia, pinchazo hondo sin soltar, otro pinchazo y dos descabellos, silencio; buena estocada, gran ovación.
Destacó en banderillas Luis Carlos Aranda.

Los del tendido 7 sus adláteres, cada día más numerosos por los tendidos y gradas de sol, llegaron a la plaza con las del veri por el cabreo que tenían con los responsables de haber desechado la corrida de uno de sus ganaderías predilectas, la de Adolfo Martín, que a duras penas había conseguido juntar un encierro de seis ejemplares en su mayoría impresentables a sabiendas de la bula que venía gozando gracias a la amistad que tiene con los temidos protestantes. Hartos los facultativos de tantos abusos, decidieron cortar por lo sano con el injusto privilegio. Pero como la corrida sustituta del Marqués de Domecq no fue del agrado de los partidarios del galapagarino, decidieron cargársela como fuera. Sin embargo, no tuvieron que esforzarse ni desgañitarse durante toda la tarde porque, tras la devolución del inválido primero y el pésimo juego que dio el sobrero de Cortijoliva, así como las demás reses excepto la que cerró el festejo, la corrida como tal casi ni existió por su siniestro desarrollo en el que ni un Fundi sin sitio, ni siquiera el pequeño gladiador Rafaeillo, ni Javier Valverde con el tercer toro, lograron nada con que poder justificarse.
Lo más enterizo del sexto toro y su mayor aunque escasamente duradera movilidad, calmaron los ánimos y Valverde medio pudo salvarse de la quema consiguiendo ser ovacionado tras un trasteo empeñoso y una excelente estocada, lo único positivo y destacable de esta última tarde isidril en la que Las Ventas tocó un desesperante fondo cuando nadie imaginaba que podría empeorar hasta lo inimaginable.

En tal estado de cosas y aparte el petardo de las reses del Marqués de Domecq, lo que no es de recibo es que los del 7 y sus corifeos, constituidos cual secta, hayan llegado a imponer su dictadura hasta el punto de proteger a unos pocos y condenar a la mayoría, tanto a ganaderos como a toreros y en general favoreciendo a los malos y molestando a los buenos en una sinrazón que desde hace muchos años ha convertido el escenario taurino más importante del mundo, en una plaza condenada al aburrimiento sin que nadie ose ni siquiera se plantee terminar de una vez con algo que tanto a la Comunidad de Madrid, como a los gestores de turno y a las autoridades, se les ha ido totalmente de las manos.

Que en algunas – poquísimas – corridas salte la casualidad o la suerte y la gente goce unos minutos, no quita para que entre todos consigamos cambiar radicalmente este alocado y extraño aunque rentable éxito del fracaso en que se ha convertido la feria supuestamente más trascendental de cada temporada. Con tal proceder, no es extraño que Las Ventas ya no de ni quite a nadie.

EL QUITE DE DOMINGO
Los absurdos de una empresa absurda
A Manolo Chopera se le veía venir. A los Lozano, también. Conocíamos de sobra sus criterios, sus gustos, sus amistades, sus manías. Los Taurodeltas son imprevisibles. Los anteriores empresarios de las Ventas eran profesionales y se atenían a una lógica. Estos de ahora no se sabe nunca por donde van a salir. La nula afición, la vagancia y la improvisación, son su modus operandi. Ignoran el momento de los toreros y de las ganaderías y no se interesan por la fiesta.
Por eso les da igual ocho que ochenta, y de ahí sus decisiones absurdas. ¿A quien se le ocurre traer los Pablo Romeros un domingo a plaza vacía y no en San Isidro?
¿A quien se le ocurre sustituir una corrida de Adolfo Martín con otra del Marqués de Domecq?... Solo a Taurodelta.

Lo suyo hubiera sido traer una ganadería torista, lo más parecida posible a la anunciada originalmente. Una corrida del Marqués no encaja en absoluto con la terna peleona de la tarde de ayer. Y seguramente alguien les ha obligado a sustituir a José Tomás con matadores de postín. Porque, conociendo a los Taurodelta Boys, no nos hubiera sorprendido que trajeran a Ortega Cano o a la momia de Tutankamon, ahora que está de visita en Madrid.

La afición de Madrid es variopinta y discrepante. Solo en una única cosa estamos de acuerdo los aficionados madrileños: la Empresa Taurodelta debe acabar su gestión este año. Una feria tan desastrosa como la actual, aconseja dar vacaciones definitivas a los Choperitas. Porque este desastre estaba previsto, teniendo en cuenta los pésimos carteles anunciados.

El único que está contento con la gestión de la empresa es un político: Ignacio González. ¿Por qué será?. Y ¡mucho ojo!: se rumorea que van a renovarlos para el año que viene. Parece que el interés de los políticos nada tiene que ver con los intereses de la afición. Este es el respeto que tienen los políticos a los ciudadanos.

Los Adolfos fueron desechados en su práctica totalidad. ¿Tan impresentables eran? Porque hemos visto a lo largo de toda la feria toros muy chicos y sin trapío ninguno. Sin ir más lejos, el quinto y el sexto de ayer; y el primero y segundo de antesdeayer. Parece que a Adolfo le han medido con mucho más rigor que a sus compañeros. Nos esperábamos una corrida del Marqués blanda y descastada, pero no tanto. Fue un horror que propició la peor corrida de la feria, que ya es decir.

El primero era bravo, pero totalmente inválido. Fue devuelto. En su lugar salió un Cortijoliva nulo, que hizo lote con otro del Marqués bruscote y sin clase. El Fundi tiró por la calle de en medio: no quiso ni verlos.

Rafaelillo se encontró con un primero de cara alta y frenazo al tercer muletazo. Estuvo habilidosillo, con el oficio de quien conoce bien el paño, pero echándolo fuera y sin exponer un alamar. En el quinto, una cabra inválida, le exhortaron a que acabase rápido.

El tercero de la tarde era un zombi, un muerto viviente, que tenía que haber sido devuelto a los corrales. El Presidente, Muñoz Infante, lo mantuvo en el ruedo contra viento y marea. Pudo producirse un altercado público. Afortunadamente no sucedió. Cuando solamente es el Siete el que chilla, la cosa no tiene importancia. Pero cuando chilla toda plaza es que el asunto es grave. Y fue una vergüenza mantener ese toro en el ruedo.

El sexto fue una cabrilla ingenua que, embistiendo a media altura se dejó torear, la única res con posibilidades de todo el festejo. Valverde estuvo como siempre con los dos: muy voluntarioso, pero más rígido que un maniquí del Corte Inglés. Parece que está escayolado de cuerpo entero: nulo juego de cintura y nulo juego de muñeca. Este en la mili desfilaba a piñón fijo, seguro.

En fin, una tarde espantosa. Y, como remate, Bene no me dejó probar su empanada.

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