domingo, 31 de mayo de 2009

23ª de San Isidro en Madrid. Otro petardo: la misma canción con Victorinos

Publicado el 31-5-09
en www.detorosenlibertad.com
Por José Antonio del Moral
Fotografías: ©Dolores de Lara
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Las esperanzas se desinflaron como los globos pinchados en la última corrida de la primera y larga parte de estas corridas isidriles. Muy bien presentada la de Victorino Martín, apenas un par de toros dieron juego o pareció que lo darían, como el segundo, que terminó cambiando a peor tras un prometedor primer tercio del que salió lastimado. El mejor aunque solo por el pitón derecho fue el que abrió plaza, mal entendido por Diego Urdiales que ayer desmintió a todos los que le cantaron desaforadamente en su anterior actuación. El Cid continuó con el santo de espaldas y, una vez más, de vacío. Iván Fandiño por muy poco no terminó en el quirófano en su enternecedor despropósito de sustituir a El Fundi. La temeridad de su inclusión en este cartel no fue de recibo. Como tampoco el sospechoso callar de los reventadores que esta vez se las tragaron dobladas en su baldío intento de ayudar a sus favoritos mientras el resto de la plaza se enfadaba con toda la razón.
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Madrid. Plaza de Las Ventas. 30 de mayo de 2007. Vigésimo tercera de feria. Tarde progresivamente nublada, bochornosa, ventosa y con amenaza de tormenta. Llenazo. Seis toros de Victorino Martín muy bien presentados y sobradamente armados. Salvo el primero, franco y encastado por el pintón derecho, de pésimo juego en distintos grados de fuerza, muy escasa en líneas generales, y de manejabilidad por su falta de raza aunque todos cumplieron en varas. El más flojo rozando la invalidez fue el quinto que debió ser devuelto. Y el más peligroso, el sexto. Diego Urdiales (grana y oro): Pinchazo hondo caído atravesado, otros dos pinchazos y estocada baja trasera, aviso y silencio. Pinchazo y estocada caída tendida, silencio. El Cid (grana y oro): Estocada trasera caída tendida, palmas. Estocada trasera caída tendida y descabello, silencio y bronca cobtra el palco por no devolver el toro a los corrales. Iván Fandiño (verde botella y oro): Media tendida perdiendo la muleta y descabello, silencio. Media tendida, silencio. Bien a caballo Manuel Jesús Ruiz Román, y en palos Calatraveño.
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Mala y sin apenas paliativos la corrida de Victorino Martín pese a su hermosa presencia en pareja situación al resto de la mayoría de las ganaderías, este año a la baja como viene sucediendo en la primeras grandes ferias. El maleficio ganadero se cebó ayer con la mítica y tantas veces infalible vacada y echó por tierra las esperanzas de los aficionados que la aguardaban como agua de mayo y nunca mejor dicho en una tarde que acabó con truenos, relámpagos y goterones nada más concluir.
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Tan solo el primer toro llegó encastado al último tercio y ello tras ser muy cuidado en varas por su escasa fuerza. Aunque esperó en banderillas, se creció en la muleta que tomó pronto y con veloz franquía por el lado derecho, dando oportunidad de triunfar a Diego Urdiales a quien no le funcionó la cabeza cuando, en vez de basar su faena en el mejor pitón del toro, se empeñó en pasarlo una y otra vez por el mucho peor izquierdo, rompiendo lo que en principio pareció iba a terminar dándoles la razón a todos los que tan desaforadamente cantaron su anterior actuación. No quiero cebarme. Pero es que ni siquiera en su más limpio aunque ecelerado torear por redondos se colocó bien ni ofreció el engaño cabalmente y solo en una breve tanda corrió la mano con donosura para terminar matando tarde y muy mal.....................................................................................................................................Los"Victorinos", presenciando el papel de sus astados en la corrida
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Mucho se nos ha criticado, insultado, despreciado y hasta amenazado por lo que escribimos de su primera tarde. Pero ayer volvió a dejar muy claro Urdiales que no es el gran torero que tantos creen. Y de veras que lo siento. Cuando el año pasado triunfó en San Isidro, así lo reconocimos. Pero después volvió a defraudarnos allá donde le vimos en provincias, incluso en su Logroño donde le dieron sitio y categoría, como de nuevo ayer con este primer toro que le puso en bandeja dejarnos en ridículo y terminó entre pitos de la mayoría – anduvo desconfiadísimo con su segundo toro que, aunque manejable, no valió para casi nada por acobardado - en radical contraste con la evidente y preconcebida callada de los reventadores de figuras en sus acostumbrados caprichos de llevar la batuta y dictar a su conveniencia sobre el cambiante y desafinado ambiente de esta plaza. Si lo que hizo Urdiales ayer lo hubieran hecho otros toreros bastante mejores, habrían formado la de de San Quintín. Pero, qué le vamos a hacer: Seguir pensando que los del tendido 7 como varios de nuestrros colegas suelen acertar al revés de lo que se proponen. No dan una. Y ahí están casi todos los que apoyan, sin atreverse a dar la cara en las plazas más comprometidas o en el albañal de la Fiesta .
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Para El Cid, esta corrida era vital. Han sido tantos sus triunfos incontestables con toros de Victorino a lo largo de su vida, que todos e imagino que él más que nadie, estábamos deseando que por fin se rompiera una temporada que no ha empezado nada bien. Pareció que el segundo toro le iba devolver al sitio perdido. Su templado recibo por acompasadas y templadas verónicas así lo hizo presagiar. Pero tras un largo y enrevesado primer encuentro con el caballo al que derribó previo largo romaneo, debió lastimar al toro que salió del tercio muy cambiado a peor, como el mismo Cid pudo comprobar en el quite. No obstante, propició un brillante tercio de banderillas e incluso el excesivo lucimiento de El Boni que se pasó pegando media verónica tocando el costado del toro. Como también debió perjudicar al animal el palo que quedó clavado en el agujero de un puyazo aunque se lo sacaron antes de que El Cid iniciara su faena de muleta.
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Dispuesto casi en los medios y el toro en tablas, El Cid empezó con la mano derecha sin ninguna probatura y ni siquiera pudo completar la primera tanda porque, en el tercer pase, el toro empezó a protestar por arriba. Y luego a tardear. Sobrevino un desarme de nuevo con la derecha y, ya con la izquierda, a quedarse corto y no seguir el engaño. Desesperado El Cid, prosiguió en su intención de justificarse una y otra vez sin respuesta grata del animal que, para colmo, no cesó de andar. La insistencia del torero, lejos de agradecerse, empeoró la situación y, al final, para nada.
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El flojísimo quinto debió ser devuelto al los corrales pero como en Las Ventas la presidencia solo atiende a las protestas del tendido 7 y esta tarde no osaron rechistar, el inservible animal se quedó en el ruedo y la lidia continuó a sabiendas que lo poco que cabía hacer con la muleta por lo cortísimo de sus viajes. El Cid volvió a querer y a insistir de un lado a otro del ruedo en busca de terrenos donde no le molestara el viento aunque, esta vez, notoriamente desconfiado y desfondado mientras la plaza se enfadaba con razón, desatándose una bronca tras el arrastre del animal. Le queda a Manuel otra oportunidad en Madrid. Seguimos esperando y deseando que la suerte le sonría.
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Iván Fandiño compareció anunciado a ultimísima hora para sustituir a El Fundi. Una temeridad por parte de la empresa y del propio torero, en nada avezado y todavía verde aunque ayer muy valiente y decidido con sus dos toros que terminaron cogiéndole de muy mala manera por su lógica imprecisión y singular atrevimiento que fue de agradecer aunque también de lamentar porque, si no le hirieron, fue de milagro. El tercero, otro de los más flojos, medio se dejó por el lado derecho. Y el sexto por ninguno. Fue el peor y más peligroso. Bastante hizo Fandiño con intentarlo y matar con brevedad pese a estar notoriamente dolido y mermado de facultades.
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viernes, 29 de mayo de 2009

21ª de San Isidro en Madrid. ¡Mátalo ya!

Publicado en www.detorosenlibertad.com
Por Domingo Delgado de la Cámara
Fotografías: ©Dolores de Lara
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¡Mátalo ya!, pedía la gente a Fernando Cruz, mientras este intentaba dar pases a uno de los toros de Guisando. El “mátalo ya” no era un comentario cruel, sino desesperado. Una súplica para que se acabara el martirio cuanto antes. Porque el festejo de ayer fue un martirio para el aficionado. Tanto los cebadas como los guardiolas, tuvieron un juego nulo, precipitando la tarde en el más espeso de los aburrimientos. Solo el tercero de Cebada embistió algo por el pitón derecho. Salvador Cortés no acabó de acoplarse y, para postre, se llevó una cornada cuando el toro le descubrió fuera de cacho.

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Momentos de la fatídica cogida a Salvador Cortés
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Madrid. Plaza de Toros de las Ventas. Jueves 28 de Mayo de 2009. Vigésimo primera de San Isidro. Tiempo espléndido. Lleno. Tres toros de Cebada Gago, vareados y astifinos y de escaso juego, salvo el tercero, toreable por el pitón derecho. Tres toros de Salvador Guardiola (cuarto, quinto y sexto), bastos y regordíos, totalmente venidos abajo. Luis Miguel Encabo (de azul purísima y plata), silencio. Aviso y silencio. Aviso y pitos. Fernando Cruz (de verde botella y oro), aviso y silencio. Silencio. Silencio. Salvador Cortés (de grana y oro), cogido por su primero, presenta una herida por asta de toro en la cara anterior del tercio inferior del muslo izquierdo, con trayectoria de 20 centímetros, que causa destrozos en el cuádriceps femoral. Pronóstico menos grave.
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Uno de los pocos atractivos ganaderos de este nefasto San Isidro 2009, era la presencia de los toros de Cebada. Ganadería de gran predicamento en el norte, pero que apenas ha lidiado en Madrid. En 1991 lidió tres toros y ya no vino más. No lo necesitaba, pues tenía toda la camada vendida. En un momento de bajón y malos resultados, han decidido volver a Madrid para rehabilitar el cartel. Ruina: solo han conseguido lidiar tres toros y de juego nada bueno.
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La corrida la han completado tres toros de Guardiola, ganadería antaño famosa por su casta y bravura, pero que ahora está sumida en el abandono. Además los tres toros no podían ser más feos. Con tan bastísimas hechuras, se aplomaron y nada más. Con tan excelso material, ya me contarán ustedes lo que se podía hacer. Desde luego Cruz no pudo hacer nada. Tuvo un cebadilla flojote y a menos, y dos cochinos de Guardiola, parados desde el principio. A esperar otra, pero ¿cuándo llegará? Terrible incertidumbre del torero que no torea.
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Luis Miguel Encabo dio la impresión de estar ya fuera de esto, sin sitio y desengañado. Encabo se quitó de en medio entre apuros al toro que había herido a Cortés. No lo intentó con su primero, un cebada cobarde y rajado, y con el cuarto, un Guardiola tan noble como soso, estuvo rutinario y despegado, dejando claro que ya apenas tiene nada que ofrecer. El petardo que dio en este toro con el verduguillo fue de los que hacen época. Con la espada mal, buscando el bajonazo con ahínco; pero lo del verduguillo ha sido tela. ¿Cuántos golpes dio? ¿Veinte? Quizá más.
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Solo durante la lidia del tercer toro hubo algo de interés. Un espejismo breve. Parecía que aquello era una corrida de toros. El manso de Cebada embestía bien por el pitón derecho siempre que se la mandase con la muleta por abajo. Cortés solo hizo esto con intermitencia. La faena no logró levantar el vuelo. Y cuando se puso por el pitón izquierdo, por donde el toro era más brusco, fue cogido. Final de la película. Una aburridísima película rumana con subtítulos sobre la gloriosa mocedad de Ceaucescu (un poner).
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¡Ah!, durante la lidia del sexto se ovacionó con delirio a un monosabio por no sé qué. Y es que la afición de la plaza de tercera más grande del mundo también tiene su corazoncito. ¡Viva Madrid, que es mi pueblo!
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En medio del coñazo indigerible, la gente en el tendido no dejaba de hablar de la cornada de Israel Lancho. Desde luego le deseo una pronta recuperación, pero creo que los periodistas están llevando la cosa demasiado lejos. Está habiendo mucha sensiblería y mucho tremendismo: las imágenes mil veces repetidas en todas partes. Con la aparente excusa de la compasión hacia el herido, lo que están haciendo es regodearse en el morbo. Un asco. ¡Que dejen en paz al muchacho!

jueves, 28 de mayo de 2009

CORRIDA DE LA PRENSA. DANIEL LUQUE LO BORDÓ

Por Aurelio Hernández
Fotografías: ©Dolores de Lara

Tarde triunfal para este joven torero sevillano, que con tan solo 19 años, demostró tener un pundonor y un saber estar, únicamente, a la altura de los más grandes.

Su valentía está fuera de toda duda, jugó con la muleta, cambiándosela de mano en mano, con tanta habilidad y destreza que más bien parecía estar haciendo malabares. Al igual que los buenos boxeadores noqueadores, fijó las suelas de sus zapatillas a la rojiza arena del redondel y con pases de derecha e izquierda, templados, vistosos, ajustados –a veces con auténtico peligro para su integridad- llenos de desmesurada belleza, hizo que los aficionados se volvieran locos de emoción.

A la hora de entrar a matar, dudó e intentó colocar al toro en la mejor posición para realizar la suerte suprema. Ante tanta responsabilidad, el estoque parece que le pesara un horror - toneladas-, trató en varios intentos, de enderezarla hasta estar seguro de su ejecución. Mala suerte, la faena se desdibujó, pero aún así quedó demostrado que Daniel Luque es un torero revelación y la corrida de la Prensa por este año se salvó.
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Los aclamos del respetable fueron correspondidos por el Presidente de la Monumental otorgándole una merecida oreja al diestro
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El paseíllo lo completo junto a sus compañeros de profesión Uceda Leal y David Fandila “El Fandi”, a los que no haremos mención.
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Los Toros, noblotes y de buena presentación fueron, cuatro de Parloté y los otros dos –segundo y cuarto- de La Laguna.
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Fernando González Urbaneja, Presidente de la APM, y la Infanta Elena disfrutaron de la actuación de Daniel Luque


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Como cada año, periodistas, políticos y otras personalidades se dieron cita en la Corrida de la Prensa: Pedro J. Ramírez, Director de El Mundo; Juan Lamarca López, el que fuera Presidente de Las Ventas; Ignacio González, Vicepresidente y Portavoz del Gobierno; el periodista Enrique de Aguinaga; el veterinario Javier Morales, etc.

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sábado, 23 de mayo de 2009

15ª de San Isidro en Madrid. El Baile torero

Por Aurelio Hernández
Fotografías: ©Dolores de Lara
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La feria de San Isidro estaba muerta y tuvo que venir Morante de la Puebla para resucitarla con su baile torero. Los diestros que completaban la terna, José Mari Manzanares y Rubén Pinar, que confirmaba la alternativa, se vieron eclipsados por el embrujo del matador andaluz.
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Madrid. Plaza de Las Ventas. 21 de mayo de 2009. Se descorrió el cerrojo de la puerta de toriles y apareció “alboroto”, un toro de Juan Pedro Domecq, un toro de ensueño, un toro negro mulato listón. El matador sevillano Morante de la Puebla, embutido en su montera y con el único armamento reglamentario, esto es, su capote bicolor, se encamino majestuosamente, con elegancia, lentamente… como poseso artista que tiene idealizado en su mente el que, seguramente, será uno de los cuadros taurinos que engrosarán la historia de la tauromaquia.

El genial artista modeló su obra con verónicas suaves, más que suaves, a cámara lenta, mecidas, armónicas… ¡Un sinfín de metáforas! ¡Un portento de torería.
............................................................................................................................................................................................Morante se muestra satisfecho tras su apoteósico éxito
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Algunos de los destellos que nos brindó el diestro en aquella grandiosa tarde del 21 de mayo
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La Monumental se vino abajo. El bochornoso calor de la tarde, se tornó brisa, fresca brisa salvadora. Los aficionados despertaron de su aletargamiento, frotaron sus atónitos ojos y contemplaron la belleza en su máxima expresión. Unos y otros se dijeron:”Es bueno este Morante. No, más que bueno, divino. ¡Es el salvador! ¡Que se detenga el tiempo, por favor!”.
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.....................Morante, victorioso.................................................La Monumental se vino abajo

jueves, 21 de mayo de 2009

14ª de San Isidro en Madrid. Dignidad de El Payo al final de una insufrible camionada de inválidos

Publicado el 21.5.09
en
www.detorosenlibertad.com
Por José Antonio del Moral
Fotografías: ©Dolores de Lara

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El Payo y el astado Fantasio aportaron un rayo de luz entre sombras a lo visto en la plaza

El mexicano confirmaba su alternativa y tuvo que esperar casi tres horas para medio salvar su compromiso con una correcta faena frente al tercer sobrero que soltaron para sustituir a los devueltos Peñajara. Aunque los otros tres también dieron motivos para ser devueltos sin contemplaciones, la presidencia los mantuvo en el ruedo y la gente se enfadó ruidosamente. Miguel Abellán se estrelló con los dos su lote. Serafín Marín empezó con mucha decisión en el segundo sobrero pero terminó hecho un lío y nada pudo hacer con el derrengado titular. Y El Payo naufragó con el potable aunque difícil sobrero de su doctorado madrileño por incapaz de bajarle la mano. En cualquier caso, la corrida fue un espectáculo interminable y tan deprimente como muchos de los que suelen acontecer en esta plaza y feria.
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Madrid. Plaza de Las Ventas. 20 de mayo de 2009. Decimocuarta de feria. Tarde calurosa con increíble llenazo. Tres toros de Peñajara, descomunales, armadísimos y nobles aunque absolutamente inválidos por su clamorosa falta de fuerza tras cumplir sobradamente en varas. Devueltos por lo mismo el primero, el segundo y el sexto, se corrieron tres sobreros. Un imponentísimo de Hermanos Gallego Torres (manejable aunque incómodo por echar la cara muy arriba en cada embroque), otro feo de María Gascón Martín que en principio se dejó torear, y un cinqueño muy cuajado de Pérez Tabernero de Bilbis que dio más claro juego. Miguel Abellán (encarnado y oro): Pinchazo y sartenazo en el chaleco, silencio. Estocada, broncazo al palco por su negativa en devolver el toro. Serafín Marín (salmón y oro): Pinchazo perdiendo la muleta y estocada baja, silencio. Estocada trasera, silencio. Confirmó la alternativa El Payo (añil y oro): Dos pinchazos y estocada, aviso y silencio. Estocada, ovación y merecida vuelta al ruedo.
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La interminable y en su mayor parte catastrófica corrida no merece mayor atención ni, por supuesto, un largo relato de los inaguantables detalles que salpicaron el transcurso del petardo. Bastante nos aburrimos y desesperamos en la plaza como para que ahora tengamos que aburrir a los atentos lectores que nos siguen pacientemente. Muchísimos, por cierto, pese al poco interés que, por ahora, está deparando esta feria que, desde que fue anunciada, cantó como iba a ser. Los increíbles llenazos certifican una vez más que en Madrid hay sobrado público - no aficionados – dispuestos a soportar el cataclismo un día tras otro aunque nunca repitan. Las localidades de la mayoría de los abonados pasan de mano en mano a distintos atrevidos y atrevidas de toda clase y condición que se pasan la tarde charlando de sus cosas, tomando copas sin parar o hablando continuamente por sus teléfonos móviles. Este “éxito del fracaso” con el que tantas veces hemos señalado la rentable particularidad de un San Isidro tras otro, explica la situación. Mientras la gente, sea la que fuere, llene la plaza todos los días toree quien toree, esto no tendrá remedio. Llevamos años diciéndolo y ni siquiera este con la crisis está fallando el inexplicable fenómeno. Razón que a su vez conviene al negocio. Para qué cambiar y si lo barato se vende coro y todo el mundo co de cansa de tragar…
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Fallida aunque al final medio resulta con bien la confirmación de alternativa del mexicano El Payo, lo demás careció de cualquier relieve toreramente hablando. La sorprendente y clamorosa falta de fuerza de los indiscutiblemente hermosos ejemplares de Peñajara, ganadería triunfadora el año pasado y, como siempre, gafada tras ser colocada la correspondiente placa en el patio del desolladero – ningún año falla tan fatal casualidad – uno tras otro toros fueron apareciendo en el ruedo con evidente señas de su inminente invalidez. Las manos por delante todos en los recibos de capa y ya se sabe qué indica tal defecto, puyazos interminables o al menos mucho, excesivo tiempo empujando al peto de los equinos, subsiguiente perdida de manos o renqueo de patas, derrumbes e imposibilidad de bajarles la mano con la muleta porque así ocurrió con los tres toros que la presidencia mantuvo en el ruedo mediante la triquiñuela de cambiar el tercio de varas justo cuando tomaban la segunda. Y los atentos a la lidia, rabiando. Y los matadores contrariados aunque intentando pasarles de muleta con las manos muy altas para que no se les cayeran sin remedio.
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El más perjudicado fue Miguel Abellán porque ninguno de sus toros fue devuelto. Aún convaleciente de la cornada que recibió aquí mismo en esta feria, el ya veterano espada madrileño, quiso lucirse, adoptó posturas aflamencadas en los cites, intentó por activa y por pasiva que sus moles acudieran a sus engaños. Apenas unos pocos y aislados lances, una larga de rodillas en el tercio para recibir al segundo y enseguida a matar como malamente pudo.
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Serafín Marín, que venía de triunfar el domingo en Barcelona y, por tanto, lleno de moral, afrontó la faena al segundo sobrero con no poca decisión aunque algo acelerado. El de María Gascón se prestó repetidor y manejable aunque sin humillar y la en principio ligada faena sobre la mano derecha tuvo cierto eco aunque poco a poco, la franquía del toro fue trocándose a peor, como también el torero fue enredándose sin saber cómo ni por qué. Y con el quinto de Peñajara, la nada. Imposible el ademán ante tantas claudicaciones.
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El Payo, con muchísimas ganas de triunfar donde ya lo había conseguido el año pasado en su presentación novilleril, protagonizó junto a Miguel Abellán un abundante aunque apenas relevante tercio de quites ante el sobrero de su doctorado madrileño. Réplicas y duplicas de ambos animaron algo en cotarro. Pero luego, el toro de Hermanos Gallego no paró de echar la cara arriba en cada embroque sin que el mexicano se atreviera a bajarle la mano. Las pocas veces que lo consiguió, vimos que el toro podría haber obedecido al engaño.
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Momentos de la última y honrosa faena de la tarde a cargo de El Payo
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Menos mal que el último sobrero resultó noble y, aunque sin clase, más que posible. Y con este sí. Con este logró estirarse El Payo y componer la única faena propiamente dicha de la tarde aunque ya era de noche cuando el mexicano consiguió la atención del público que quedaba en sus asientos. Una estocada correcta y efectiva acabó con el tormento y El Payo paseó el ruedo al fin alegre y contento en una vuelta al ruedo compensatoria de sus apuros.
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El Payo saluda al respetable, entre el que se encontraba el nuevo
seleccionador mexicano y compatriota del diestro, Javier Aguirre
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miércoles, 20 de mayo de 2009

13ª de San Isidro en Madrid. Desvanecimiento de lujo con los reventadores encantados a la contra

Publicado el 20.5.09
Por José Antonio del Moral
Fotografías: ©Dolores de Lara

El primer cartel completamente redondo de la feria se vino abajo y, como tantas otras veces, al garete la consiguiente expectación. Nada nuevo en esta insólita por cambiante plaza de Las Ventas que unas veces se entrega por nada y otras se calla o encrespa no siempre con razón ni con modales. La corrida de Núñez del Cuvillo exhibió belleza de hechuras, variado pelaje, astifinas y bien puestas defensas aunque los tres primeros toros no tuvieron cuajo ni remate por lo que, estando allí las tres figuras que comparecieron, los menos aparentes fueron protestadísimos y sus matadores permanentemente molestados con gritados “miaus” y “que noooo…” al recetar cada pase. Aunque nobles, la mayoría sin fuerza ni casta y venidos muy a menos, no trasmitieron emoción alguna por lo que las ímprobas labores de El Juli y de Miguel Ángel Perera transcurrieron como si en vez de estar como estuvieron, francamente bien, parecieran estar pegando un petardo. En radical contraste, tan solo un toro, el imponente jabonero quinto, resultó extraordinariamente bravo y encastado, cambiando la decoración sonora a su favor, así como el trato que en principio recibió El Cid, a la postre incapaz de mandar y aún menos de someter al exigente burel en una faena con la que volvió a demostrar que anda en indisimulable y preocupante mal momento.
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Madrid. Plaza de Las Ventas. 19 de mayo de 2008. Tarde esplendorosa con lleno total. Seis toros de Núñez del Cuvillo, desigualmente presentados en tres y tres. Los primeros sin remate ni culata y los siguientes más cuajados. Salvo el quinto, que resultó muy bravo, encastado y noble pero exigentísimo, los demás sin fuerza ni raza por lo que se vinieron pronto abajo en mortecinas aunque nobles embestidas. El Juli (marino y oro): Estocada trasera y descabello, silencio. Estocada trasera algo atravesada y cuatro descabellos, silencio. El Cid (negro y oro): Tres pinchazos y bajonazo trasero, silencio tras algunos pitos. Pinchazo hondo y dos descabellos, ligera división. Miguel Ángel Perera (cobalto y oro): Estocada caída de efectos fulminantes, palmas. Pinchazo, casi entera y descabello, aviso y silencio. Muy bien en palos El Alcalareño. Asistieron en una barrera de sombra S.M. El Rey Don Juan Carlos y la Infanta Elena. Perera brindó al Rey el tercer toro y El Juli el cuarto.
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La ganadería predilecta de José Tomás trajo una corrida evidentemente desigual aunque muy aparente por delante en el baldío intento de tapar las bocas de cuantos, a sabiendas desde el apartado de que no todos los toros eran de recibo en esta plaza, lograron reventarla. A mi me parece muy bien que se protesten reses simplemente aparentes y más si carecen de fuerza. Pero no que durante la lidia y, sobre todo, mientras transcurren las faenas de muleta, se mortifique constantemente a los toreros con repetidos gritos de “miau” y “que nooo…” Esto es absolutamente intolerable aunque, por muy frecuente que viene siendo cada vez que los que torean son figuras, en Madrid lo acepte la mayoría del público como algo normal. Nunca pasa nada. Retrato exacto de la situación que estamos padeciendo en España en la que los políticos están cometiendo toda clase de tropelías, las instituciones callan consintiéndolo, y los españoles tragándose todo sin rechistar.
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A El Juli, ya se sabe, los reventadores de Las Ventas siempre intentan bajarle los humos, hacer lo imposible para que no triunfe y hasta, si lo consigue por todo lo alto como hace dos años con el bravo ejemplar de Victoriano del Río, quitarle como lograron la segunda oreja. Este año han vuelto a las andadas a la primera de cambio y como sus dos toros no trasmitieron nada, tanto su muy buen toreo de capa como su muy puro hacer con la muleta, no fueron tomados en cuenta. Como si quien lo hubiera hecho fuera cualquier pega pases. Ni un solo olé, ni una sola palma escuchó El Juli tras matar a sus dos toros.
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Pero que intenten lo mismo con Miguel Ángel Perera después de lo que hizo aquí el año pasado en la última corrida de la Feria de Otoño, no es de recibo. Perera fue ayer objeto de sonoros “disparos” absolutamente intolerables. No me choca que le desconcentraran a la hora en entrar a matar aunque aparentemente no lo consiguieron durante la, por cierto, acertada lidia de su primer toro y sus dos faenas de muleta. La primera francamente buena, exacta, firmísima, ligada hasta que el toro repitió mínimamente y rematada por excelentes naturales de uno en uno por lo tardón que terminó el soso burel. Y la del sexto no tanto por excesivamente larga mientras el toro se diluía sin resuello tras iniciarla formidablemente con dos pases cambiados que ligó a sendos de pecho sin enmienda a los que siguieron una magnífica tanda por redondos, momento en que el toro empezó a racanear y a impedir que el trasteo tuviera continuidad y redondez. Hasta cuando quitó por impertérritas gaoneras al tercero se escucharon palmas de tango. Ya ha empezado, por tanto, Perera a padecer el peso de la púrpura en Madrid y ya veremos qué ocurre en las dos tardes que le quedan. Dado el excelente momento que vive tras superar todas las cornadas que lleva padecidas en pos de su indeclinable entrega, habrá que esperar que al menos tenga un toro suficientemente bravo y entero para que logre superar tan injusta adversidad.
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Lo de El Cid fue otra cosa por lo que se refiere al trato más respetuoso que recibió del público, más favorable con respecto a lo que hicieron pasar a sus compañeros, solo que en un momento que ayer, como en Sevilla, volvió a destapar más que preocupante. Ya se vio en el feble tercero que El Cid quiere y no puede cuando, tras estirarse templado por redondos, no se confió ni una sola vez al natural y menos a la hora de matar. Pero lo del quinto fue mucho peor porque este toro resultó tan bravo y enrazado que solamente los muy dispuestos, firmes y resueltos en bajarle la mano hubieran sido capaces de domeñar tan encastadas, repetidoras e incansables embestidas. Aunque le dieron de lo lindo en varas, el toro se fue muy arriba en banderillas propiciando dos emocionantes pares de banderillas de El Alcalareño que tuvo que saludar montera en mano. También muy enrazado y desde luego difícil en el último tercio, El Cid cubrió una faena declinante e inapelablemente por bajo de las condiciones del animal y de sí mismo. Tanto, que a medida que fue transcurriendo de mayor a menor confianza, terminó decepcionando a casi toda la plaza por la evidente merma del torero que, incluso se atrevió a descabellar tras dejar un pinchazo hondo. A El Cid le quedan otras dos corridas y mucho temo que, si no logra remontar, pueda pagar muy caras consecuencias.

lunes, 18 de mayo de 2009

¡Adiós,…Madrid!

Por Don Nicanor
Fotografía: © Dolores de Lara

Así exclamó El Tato, aquel grandioso Antonio Sánchez, cuando le amputaron una pierna por causa de una cornada en la capital de España. Así clama al cielo el abonado de Las Ventas, el sufrido aficionado cuando le siegan la dignidad a su plaza y le destierran de ella.
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La pierna del Tato se la llevó por delante la embestida de un toro, que no es lo mismo que el derrote avieso perpetrado contra la otrora primera plaza del mundo por aquellos que, precisamente, tienen la obligación y el deber de velar por su prestigio, que no es otro que el de la propia Fiesta.

La plaza de toros de Madrid, la Monumental de las Ventas del Espíritu Santo, no sólo es una plaza de primera categoría, sino que debe ostentar la primacía en el toreo como referencia para el orbe taurino, como tribunal que examina, califica y valora a los protagonistas de los distintos estamentos profesionales que a ella concurren.
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Las competencias sobre la adecuada explotación del coso y la aplicación de la norma jurídica sobre el espectáculo están tan claramente definidas como notorio resulta su incumplimiento. Las miradas apuntan al máximo responsable, que no es otro que el Consejo Taurino de la Comunidad Autónoma de Madrid, cuya inepta composición resolvió un Concurso de adjudicación de forma sospechosa, objeto de demandas judiciales y de denuncias periodísticas que de nada sirvieron. Ello conlleva a la inequívoca connivencia con las irregularidades empresariales en la gestión de Las Ventas, también reflejadas por la prensa especializada en su día, y la desidia en la formación y designación de los equipos gubernativos taurinos, que engloban a funcionarios de policía y veterinarios para un correcto proceder reglamentario.
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El resultado no podía ser otro que el que se viene produciendo año tras año. Es decir, un claro desprecio al abonado venteño por el continuo atentado al normal funcionamiento de la única plaza de temporada del mundo en cuanto a la calidad de su programación y que origina la rechifla general.

La aniquilación de una consolidada y exitosa feria de novilladas en los festejos oficiales de la C.A.M, unido a la degradación del abono de San Isidro con el recorte injustificado del número de festejos, remendado con un supuesto ferial de no se sabe qué aniversario, y la paulatina e inexplicable permisividad de la autoridad en los reconocimientos facultativos de la reses, y en el palco presidencial.
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El colofón del desprestigio llega con la aprobación de los carteles de este San Isidro por el nefasto Consejo Taurino de la C.A.M.

La contestación se ha transformado en protesta indignada por los aficionados e, incluso, con exhibición de pancartas en los tendidos de la plaza. Pero no pasa nada, qué va a pasar. Los Consejeros no se encuentran, los abonados han desertado, los taurinos a lo suyo, y la autoridad cómplice aprobando toros de escaso trapío, impropios de la primera plaza del mundo, y concediendo orejas de verbena unas, y prescindibles otras, sobre todo cuando suponen el excepcional premio de la salida a hombros por la Puerta Grande de la Catedral del Toreo.
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Todo ello ante un público distinto cada tarde. A veces de talanquera, y a veces de clavel, pero sin criterio, propicio al timo de la estampita, desde el necio jolgorio al silencio de los corderos. Ya dijo Ortega y Gasset que, si alguien quiere saber cómo está España, pues que vaya a ver una corrida de toros, pero digo yo que mejor en Las Ventas, para que se entere bien.

Cuentan las crónicas que la pierna del Tato se conservó durante un tiempo en un frasco con formol, expuesto al público, en una farmacia de la calle de Desengaño de Madrid, hasta que un incendio acabó con el inmueble. La gente, alarmada, salió de sus casas para apagarlo, gritando: “¡La pierna del Tato, hay que salvar la pierna del Tato!” ¿Ustedes creen que hoy en día alguien iba a salir clamando “¡Hay que salvar a Las Ventas!”?¡Adiós,….Madrid!

sábado, 16 de mayo de 2009

8ª de San Isidro en Madrid. Un triunfo sin sustancia

Publicado el 15.5.09
en www.detorosenlibertad.com
Por Domingo Delgado de la Cámara
Fotografías: ©Dolores de Lara

Después de cortar una oreja en cada toro, Sebastián Castella salió por la Puerta Grande. No piensen ustedes que sucedió nada extraordinario. Castella derrochó valor y buena voluntad pero, desde un punto de vista técnico, su actuación tuvo muchas sombras. Se premió el pundonor y nada más. Con un par de vueltas al ruedo hubiera bastado. La Puerta Grande fue un auténtico exceso.

Madrid. Plaza de Toros de las Ventas. Jueves 14 de Mayo de 2009. Soleado con algo de viento. Lleno. Seis toros de Garcigrande, desiguales de presencia. Muy mansos y descastados. Morante de la Puebla (de café y oro), silencio en los dos. Sebastián Castella (de lila y oro), oreja. Aviso y oreja. Alejandro Talavante (de verde y oro), aviso y silencio. Silencio. Curro Molina saludó tras poner dos pares de banderillas muy traseros al quinto de la tarde. El banderillero Rafael Cuesta fue herido por el cuarto de la tarde que le infirió una herida en el tercio superior del muslo derecho, con una trayectoria descendente de 25 centímetros, con destrozos en los músculos abductores.

El triunfo (relativo) de Sebastián Castella no tapa el fracaso sin paliativos de la ganadería de Garcigrande. Los garcigrandes son una garantía; pero una garantía de arruinar la tarde. Después de lidiar el peor encierro de los San Isidros de 2007 y de 2008, le han vuelto a traer. Y no se preocupen, que el año que viene habrá más. Comprendo que los toreros tengan preferencia por ciertas ganaderías, pero no me explico que pidan Garcigrande, dado lo mansa y descastada que está saliendo esta ganadería. Un horror. Sus dueños han debido pensar que lo único importante es la nobleza para que el torero se sienta a gusto. Pero cuando se desprecia el juego de las becerras en el caballo y no se busca la casta, el resultado final es este: la mansedumbre absoluta.

El lote de Morante fue asqueroso. Estuvo compuesto por dos bueyes de carreta sin bravura alguna. El cuarto, al salir rebotado feamente de un puyazo, hirió al banderillero Rafael Cuesta. Morante, a pesar de lo malos que eran sus toros, no se vino abajo y lo intentó con ahínco, sobre todo con el cuarto. Incluso hubo algún que otro muletazo sabroso. Está Morante en un buen momento y ahora es muy consciente de su responsabilidad como figura. A ver si en su próxima comparecencia le embiste algún toro.

Morante de la Puebla

Alejandro Talavante se encontró con un toro enano y cuellicorto - ¡qué desigual era la corrida! - que fue el colmo de la sosería. La cosa empezó medio bien y acabó en una marea de enganchones. El sexto, un toro muy serio, fue el que más opciones dio. Tan manso como sus hermanos, pero se dejó torear. Y Talavante no lo toreó. En ningún momento se decidió a quedarse quieto y ligar los muletazos. Simplemente anduvo por allí. Talavante parece creer que con las dos orejas de Sevilla ya ha justificado la temporada. Es conformista y cuando no le sale la tonta de la pandereta no sabe qué hacer. Los días en que no está en vena, que son la mayoría, es un torero triste que anda por el ruedo como una sombra.

Alejandro Talavante

Sebastián Castella se encontró en primer lugar con un torito pequeñín que no metía mal la cara, pero que muchas veces salía suelto hacia la querencia. En la faena hubo muletazos buenos, pero escaso mando, pues Castella no fue capaz de retener al toro en un lugar determinado. Esto indica poco mando, es obvio. Faena intermitente de momentos buenos (cuando el toro repetía), y otros de bajón (cuando el toro se iba). Desde el principio debería haber dejado al toro marchar a la querencia y allí emplearse a fondo con él. Una faena que empieza en los medios y acaba en tablas según va empujando el toro, demuestra evidentemente que quien ha mandado ha sido el toro. A pesar del poco mando, como hubo ligazón, limpieza y entusiasmo, tras una estocada trasera, le dieron una oreja. Oreja justita.

Sebastián Castella

En el quinto comenzó con unos estatuarios escalofriantes. El toro por el pitón izquierdo estuvo dos veces a punto de llevárselo por delante. Después hubo dos series templadas y ligadas por el pitón derecho. A partir de ahí, la faena se vino abajo. Castella se puso muy encima cuando el toro pedía sitio y llegaron los enganchones repetidos. Con la mano izquierda nunca cogió el aire al toro, más enganchones. Acabó con unas manoletinas ceñidas y propinó al toro una media estocada muy tendida y muy baja, claramente defectuosa. Se le otorgó una oreja totalmente injustificada: con esa mala estocada y teniendo en cuenta que la faena se había venido abajo, no puede concederse una oreja.


El banderillero Rafael Cuesta en el momento de la cogida

Castella se arrima mucho y el valor todo lo tapa, pero desde hace tiempo tengo la impresión de que ha tocado techo. Está tan empeñado en arrimarse que todo lo demás le da igual y no piensa delante de la cara de los toros. No evoluciona y es esencial en un maestro saber acoplarse a la embestida del toro y adaptarse a toda clase de embestidas. Estilísticamente tampoco es capaz de romper ese velo de frialdad que siempre le ha acompañado. Lo de Castella es echar órdagos a base de cojones. El valor permite a un hombre ser un torero cotizado, pero hubo un momento en que creí que Castella iba a ser un torero completo y mucho más importante de lo que va finalmente a ser.

Ayer confirmé definitivamente la decadencia del Siete. En otro tiempo hubieran armado la de San Quintín por esta Puerta Grande. Ayer se la comieron con patatas. Pero la dimisión del Siete va a hacer de la plaza de Madrid un coladero, porque no existen aficionados serios y solventes, sino gente que va de verbena. Se va a pasar de un amargo tribunal inquisitorial, que trataba muy cruelmente a los toreros, a una tómbola de luz y de color. Los aficionados conocedores que hicieron de Madrid una plaza seria, educada y exigente se murieron hace años. Ahora ya no hay nadie. Y esa presidencia: después de estar durante años negando orejas merecidísimas, ahora las suelta con cuatro pañuelos.
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Entonces ¿estuvo mal Castella? No, porque cuando un torero se arrima nunca está mal. Pero no hizo ninguna faena que justificara la Puerta Grande. Un par de vueltas al ruedo hubiera sido mejor. Se hace necesario exigir el corte de dos orejas a un mismo toro para salir por la Puerta Grande de Madrid.