lunes, 1 de abril de 2013

LOS AMIGOS ANTE LA CRISIS

Amigos
©Dolores de LaraPor Jesús Sevilla Lozano (Médico)
He leído recientemente en un periódico de gran tirada nacional que, gracias a la familia y a los amigos, no ha habido todavía ningún estallido de violencia entre los cuatro o cinco millones de desempleados que, actualmente, tenemos en España; un temor que se palpa en el ambiente, a consecuencia de la tremenda crisis económica que soportamos desde hace ya más de tres años.
 
Las principal razón de que vayamos eludiendo este grave problema, es debido a que, aparte de la ayuda que habitualmente les presta su familia a estas personas en paro, es también gracias al apoyo psicológico y material que reciben de sus amigos.
 
El sociólogo Amando de Miguel lo justifica, porque en su opinión, "la sociedad española es muy tradicional y ello potencia la amistad". Y añade que "nuestros amigos son como unos parientes especiales, pero con la gran diferencia y ventaja de que los elegimos libremente; y en los que, muchas veces, depositamos más confianza que en algunos miembros de nuestra propia familia“. Lo explica de Miguel, “porque en nuestra cultura, los españoles damos más importancia a los amigos que en la mayoría de los países occidentales y de otras latitudes“.
 
En consecuencia, se está demostrando que, en los actuales y difíciles momentos de la crisis, las relaciones de amistad se van evidenciando mucho más con todo tipo de ayudas; pero esto sólo sucede con los que son verdaderamente amigos, pues los otros, los que lo aparentan o son “de ocasión“, desaparecen “por el foro“ cuando se les necesitan.
 
Sobre tan entrañable tema, he leído las bellas definiciones que sobre la amistad ha realizado la hija del famoso Dr. Vallejo Nájera: "La amistad es un regalo infinitamente valioso, la mejor medicina para amar, perdonar y sanar todas aquellas heridas que la vida va dejando en el corazón humano. El corazón herido del hombre, necesita tener amigos y la amistad es la medicina más perfecta para paliar la peor enfermedad que existe: la soledad“. ¡Cuántos torrentes de amor arrastra una buena amistad, y cuánto debemos agradecer a Dios por cada buen amigo que nos pone en el camino! Sin ellos la vida sería muy difícil y solitaria. Y es que los amigos ayudan a vivir y a disfrutar de este noble tesoro humano que, generosamente, da sin pedir nada a cambio.
 
Digamos también que el diccionario de la Real Academia de la Lengua define con precisión y claridad lo que es y significa la verdadera amistad: “Un afecto personal puro y desinteresado compartido con otra personas, que nace y se fortalece con el trato“; o, también, se define como “un pacto amistoso entre dos o más personas que han tenido o tienen afinidades, experiencias y vivencias comunes“.
 
Existen incontables refranes, dichos y adagios que especifican -positiva o, a veces negativamente-, la amistad: “El buen amigo es un espejo en el que me miro". "Un amigo viejo es el más fiel espejo". "No abuses del mejor amigo, ni desatiendas al peor enemigo" (Solón). "Los verdaderos amigos se encuentran en las desgracias", (Esopo). "Un amigo fiel es una fortaleza y el que lo haya encontrado tiene un tesoro" (La Biblia). "La amistad vieja es como el vino añejo que, cuanto más viejo, más fuerte". "Toda la grandeza de este mundo, no vale lo que un buen amigo". "Uno de los más grandes consuelos de esta vida es la amistad y tener en quien confiar un secreto". "La amistad es una fraternidad, el más bello ideal de la fraternidad, porque es una decisión personal que no viene condicionada por los lazos familiares".
 
Existen muchas clases de amigos, debido a las muy variadas situaciones y circunstancias por las que cada persona pasa en su vida; así surgen las amistades en la escuela, en el trabajo, en la universidad, en los deportes, en la playa o en incontables actos sociales y culturales (conferencias, conciertos..), bailes e, incluso, en las iglesias.
Sin embargo, todos sabemos que hay amistades y “amistades”; y que debemos diferenciar los que son amigos de ocasión o por unos intereses más o menos fundados por ambas partes; o los que son simplemente compañeros que se necesitan y buscan para complementarse; aunque digamos con honestidad que en general, en el inicio y el trato con nuestros amistades, todos buscamos o esperamos algo material o espiritual. Una excepción notabilísima, quizá sea la amistad que nace y se cultiva en los primeros años de la vida: en las aulas, en los juegos, en los primeros escarceos de la infancia y de la juventud, pues en la madurez o en la vejez suelen existir otros intereses menos nobles o quizá más prácticos, como, por ejemplo, el tratar de evitar la soledad o el aislamiento.
 
Muchas veces se dice que debemos tener “pocos y buenos amigos” y en otras ocasiones escuchamos que “hay que tener amigos hasta en el Infierno”. Los dos dichos tienen su parte de verdad; pero ¡cuidado!, hay que saber elegir o seleccionar bien, procurando que haya empatía, cualidades e ideales afines a los nuestros; los otros, también puede que lo sean, pero quizá solo lleguen a la categoría de “amíguetes” o amigos “de ocasión” y que se detectan pronto por sus actuaciones y comportamientos.
 
Personalmente, debo decir con humildad que, tengo muchos y buenos amigos y que trato de conservarlos como "oro en paño“, a través de encuentros, reuniones, llamadas telefónicas, cartas o mensajes electrónicos; y, si puedo, haciéndoles favores de todo tipo. Y para mí es una satisfacción comprobar que esos amigos, la mayoría de las veces, me han respondido ante determinadas problemas, situaciones y circunstancias; ya fueran agradables o desagradables de mi vida. Puedo asegurar que, gracias a ellos, he alcanzado metas que solo no hubiera conseguido jamás.
 
En conclusión: Ante la dura crisis económica y, como consecuencia, el paro y las dificultades económicas -dejando aparte la fundamental ayuda familiar-, repetir eso de que “el que tiene un amigo tiene un tesoro“, considero que es decir poco, pues muchas veces el que lo es, verdaderamente puede llegar a la categoría de “hermano del alma”, porque además de ayudarte con dinero, con otros bienes materiales e, incluso, buscándote algún puesto de trabajo, esa amistad sana te ayuda psicológicamente a vencer las dificultades.
 
¡Que Dios nos conceda capacidad y “luces” para apreciar y cuidar siempre nuestras buenas amistades que son un regalo divino!

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