lunes, 6 de junio de 2011

Colosal Pablo Hermoso, pero sin rejón final, corta sólo una oreja

:©Dolores de Lara

Por Juan Miguel Núñez (Efe) Fotografías:©Dolores de Lara

Madrid, 5 jun (EFE).- Un colosal Pablo Hermoso de Mendoza, sin embargo, cortó sólo una oreja por el fallo con el rejón de muerte en la corrida de la especialidad celebrada hoy en Las Ventas, festejo "puente" entre las ferias de San Isidro y el Aniversario, que se vio deslucido por un fuerte aguacero en los toros quinto y sexto.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "Los Espartales", convenientemente "afeitados" como autoriza el Reglamento, mansos y de juego desigual. Los mejores, segundo y cuarto. Los demás, bajitos de raza, aportaron poco.

Pablo Hermoso de Mendoza: rejón (oreja con fuerte petición de la segunda y abucheo al "palco" por denegarla); y cinco pinchazos y rejón (gran ovación).

  :©Dolores de Lara

El palco donde se encuentra la Infanta Elena pide la oreja

Andy Cartagena: rejón con vómito (ovación tras petición); y dos pinchazos y rejón (silencio).

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Leonardo Hernández: rejón (ovación tras petición); y pinchazo que descordó (palmas tras petición).

:©Dolores de Lara

La plaza se llenó en tarde de nubes y claros, y con tormenta de agua y viento en los dos últimos toros.

:©Dolores de Lara

Carlos Abella y su esposa felices entre la multitud

EXIGUO "MARCADOR" PARA LOS MÉRITOS DE LA TERNA

Ni mucho menos queda reflejado en "el marcador" lo importante que fue la corrida en atención a los méritos de los tres rejoneadores, sobre todo de Pablo Hermoso de Mendoza, que cuajó la que puede ser mejor actuación de su carrera en Las Ventas.

Hermoso saldó su tarde con un solitario trofeo al ser determinante primero la negativa del presidente a darle las dos orejas del toro que abrió plaza, concediéndole sólo una pese a la numerosa y ruidosa petición.

Y sobre todo a pesar de la magnífica actuación del navarro, muy por encima del manso toro que lidió, y por otro lado al no entrar el rejón de muerte en el siguiente astado hasta el enésimo viaje, y aquí después de haber estado sencillamente colosal en todo.

Hay que dejar claro que pudieron, o mejor, debieron ser cuatro las orejas que cortara Hermoso.

También los otros dos alternantes firmaron sendas actuaciones muy importantes que merecieron mayores reconocimientos, que al final tampoco se hicieron efectivos. No obstante, hay que insistir que el nombre de la tarde, y en letras de oro, es el de Pablo Hermoso de Mendoza.

A Mendoza no le embistió su primero, manso y sin emoción, lo que no fue óbice para cuajar de principio a fin una labor presidida por la exactitud en todo. Sinceridad en los cites, de frente. Ajuste en las reuniones, milimétricas y sin tropiezos. Y valor y torería de parte de su magnífica cuadra, con los portentosos "Silveti" y "Manolete" a la cabeza.

Mató a la primera y por arriba. Por eso no encaja la actitud del "palco" negándole el segundo trofeo. Y no cuenta la excusa de la frialdad por ser el primero, pues estaba la plaza más que hirviendo con las evoluciones del navarro.

En el cuarto, más y mejor. Buen toro esta vez. Y la autenticidad del rejoneo. El mejor toreo de a pie, el más puro y auténtico como se entiende por la sinceridad en las formas y el clasicismo en la interpretación. El de los galopes de frente, de poder a poder, las reuniones al estribo y con extraordinario ajuste, la precisión y exactitud al clavar, la torería a la salida de los embroques, incluso los adornos en los preparativos en la salida y entre cites.

Los caballos, "Dalí", "Chenel", "Ícaro" y "Pirata", auténticas muletas que "imantaban" al toro para llevarle por dónde y cómo quería el jinete. El secreto, el temple. Una pena que no entrara el rejón como Dios manda.

Y con lo difícil que es ir detrás de Hermoso, también Cartagena rayó a gran altura en sus dos toros. En el primero, vibrante en los preparativos y certero en la ejecución. El vómito del toro tras el sablazo final quitó pañuelos en la petición. Y en el quinto, faena tan maciza, pero fue cuando empezó la tormenta, y tampoco funcionó el rejón de muerte.

El joven Leonardo Hernández tuvo igualmente momentos muy importantes en su desrazado primero, que llegó a echarse dos veces. Un impresionante cambio, ajustadísimo, de chapeau. Pero la falta de toro restó entusiasmo a la petición de oreja. Con el sexto, en medio del diluvio, le costó mucho más, pero también a base de raza superó todos los contratiempos. El colmo de la mala suerte fue que el toro se descordara con el primer y único pinchazo. EFE

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