viernes, 29 de mayo de 2009

21ª de San Isidro en Madrid. ¡Mátalo ya!

Publicado en www.detorosenlibertad.com
Por Domingo Delgado de la Cámara
Fotografías: ©Dolores de Lara
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¡Mátalo ya!, pedía la gente a Fernando Cruz, mientras este intentaba dar pases a uno de los toros de Guisando. El “mátalo ya” no era un comentario cruel, sino desesperado. Una súplica para que se acabara el martirio cuanto antes. Porque el festejo de ayer fue un martirio para el aficionado. Tanto los cebadas como los guardiolas, tuvieron un juego nulo, precipitando la tarde en el más espeso de los aburrimientos. Solo el tercero de Cebada embistió algo por el pitón derecho. Salvador Cortés no acabó de acoplarse y, para postre, se llevó una cornada cuando el toro le descubrió fuera de cacho.

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Momentos de la fatídica cogida a Salvador Cortés
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Madrid. Plaza de Toros de las Ventas. Jueves 28 de Mayo de 2009. Vigésimo primera de San Isidro. Tiempo espléndido. Lleno. Tres toros de Cebada Gago, vareados y astifinos y de escaso juego, salvo el tercero, toreable por el pitón derecho. Tres toros de Salvador Guardiola (cuarto, quinto y sexto), bastos y regordíos, totalmente venidos abajo. Luis Miguel Encabo (de azul purísima y plata), silencio. Aviso y silencio. Aviso y pitos. Fernando Cruz (de verde botella y oro), aviso y silencio. Silencio. Silencio. Salvador Cortés (de grana y oro), cogido por su primero, presenta una herida por asta de toro en la cara anterior del tercio inferior del muslo izquierdo, con trayectoria de 20 centímetros, que causa destrozos en el cuádriceps femoral. Pronóstico menos grave.
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Uno de los pocos atractivos ganaderos de este nefasto San Isidro 2009, era la presencia de los toros de Cebada. Ganadería de gran predicamento en el norte, pero que apenas ha lidiado en Madrid. En 1991 lidió tres toros y ya no vino más. No lo necesitaba, pues tenía toda la camada vendida. En un momento de bajón y malos resultados, han decidido volver a Madrid para rehabilitar el cartel. Ruina: solo han conseguido lidiar tres toros y de juego nada bueno.
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La corrida la han completado tres toros de Guardiola, ganadería antaño famosa por su casta y bravura, pero que ahora está sumida en el abandono. Además los tres toros no podían ser más feos. Con tan bastísimas hechuras, se aplomaron y nada más. Con tan excelso material, ya me contarán ustedes lo que se podía hacer. Desde luego Cruz no pudo hacer nada. Tuvo un cebadilla flojote y a menos, y dos cochinos de Guardiola, parados desde el principio. A esperar otra, pero ¿cuándo llegará? Terrible incertidumbre del torero que no torea.
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Luis Miguel Encabo dio la impresión de estar ya fuera de esto, sin sitio y desengañado. Encabo se quitó de en medio entre apuros al toro que había herido a Cortés. No lo intentó con su primero, un cebada cobarde y rajado, y con el cuarto, un Guardiola tan noble como soso, estuvo rutinario y despegado, dejando claro que ya apenas tiene nada que ofrecer. El petardo que dio en este toro con el verduguillo fue de los que hacen época. Con la espada mal, buscando el bajonazo con ahínco; pero lo del verduguillo ha sido tela. ¿Cuántos golpes dio? ¿Veinte? Quizá más.
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Solo durante la lidia del tercer toro hubo algo de interés. Un espejismo breve. Parecía que aquello era una corrida de toros. El manso de Cebada embestía bien por el pitón derecho siempre que se la mandase con la muleta por abajo. Cortés solo hizo esto con intermitencia. La faena no logró levantar el vuelo. Y cuando se puso por el pitón izquierdo, por donde el toro era más brusco, fue cogido. Final de la película. Una aburridísima película rumana con subtítulos sobre la gloriosa mocedad de Ceaucescu (un poner).
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¡Ah!, durante la lidia del sexto se ovacionó con delirio a un monosabio por no sé qué. Y es que la afición de la plaza de tercera más grande del mundo también tiene su corazoncito. ¡Viva Madrid, que es mi pueblo!
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En medio del coñazo indigerible, la gente en el tendido no dejaba de hablar de la cornada de Israel Lancho. Desde luego le deseo una pronta recuperación, pero creo que los periodistas están llevando la cosa demasiado lejos. Está habiendo mucha sensiblería y mucho tremendismo: las imágenes mil veces repetidas en todas partes. Con la aparente excusa de la compasión hacia el herido, lo que están haciendo es regodearse en el morbo. Un asco. ¡Que dejen en paz al muchacho!

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