miércoles, 4 de agosto de 2010

FERIA DE HUELVA: Y MANZANARES SE ADUEÑÓ DE LA RÍA

A hombros sacaron a Manzanares
Y Manzanares se adueñó de la ría

Por José Antonio del Moral


04.08.2010

3ª de Las Colombinas en Huelva.

La gran faena que cuajó José María Manzanares al tercer toro de Jandilla y sus meritísimos pasajes con el sexto, fueron una prueba más de su fabulosa clase y de su gran capacidad torera. Especialmente por el lado derecho y los cambios de mano, bordó el toreo eterno. Fueron los momentos culminantes de una tarde que para Enrique Ponce no resultó nada grata por la pésima suerte que tuvo con su lote ante el que anduvo por encima de sus dificultades. De la demasiado desigual corrida, el lote medio se lo llevó Sebastián Castella con dos toros de opuesta condición: bien con el noble segundo al que pinchó por lo que perdió una oreja y simplemente empeñoso con el más deslucido quinto. El francés se fue de vacío como el valenciano.


Huelva. Plaza de la Merced. Martes 3 de agosto de 2010. Tercera de feria. Tarde muy calurosa con tres cuartos de entrada.

Seis toros de Jandilla, de bonitas hechuras y vario juego. Manso, incierto, tardo y violento el primero. Encastado y noble sin clase el segundo. Excelente por el lado derecho el tercero. Rajadísimo y muy distraído el cuarto. A menos el también rajado quinto. Y agradecido el mediocre sexto.

Enrique Ponce (marino y oro): Estoconazo desprendido, petición y gran ovación con protestas al palco por no conceder el trofeo; pinchazo, otro hondo y descabello, aviso y ovación tras pitos al toro en su arrastre.

Sebastián Castella (carmesí y oro): Dos pinchazos y casi entera caída, gran ovación; Estocada muy baja, palmas.

José María Manzanares (marino y oro): Media en la yema, dos orejas; estocada trasera, oreja. Salió a hombros. Javier Ambel, Curro Javier y Juan José Trujillo destacaron en banderillas.

La banda de música de la plaza de Huelva acostumbra a amenizar las grandes faenas con un bello y sentido pasodoble que lleva por título “Mi Huelva tiene una ría”. Pieza especialmente alegre y marchosa que evoca el famoso brazo de mar en que se trasforma el río Odiel que llega desde más allá de la ciudad hasta la maravillosa playa de Punta Umbría. Ayer, estas aguas salineras desde las que partieron los primeros descubridores de América, se transformaron en mediterráneas por obra y gracia del joven maestro alicantino, José María Manzanares.

Fue verdad que la suerte le vino de cara a José Mari, pero en esta temporada en la que tantos toros buenos se están yendo sin aprovechar, resulta admirable que al menos uno de los favorecidos no solo aproveche la ocasión, sino que además dé una lección de sitio, temple, ritmo, buen gusto, armonía, poderío y todo lo que convierte el toreo en una de las artes más hermosas y emotivas que se puedan no solo contemplar, sino vivir sentimentalmente en comunión con el intérprete. Si maravilloso estuvo Manzanares en su primera obra, realmente sinfónica, importante fue lo que hizo con el sexto porque este no se prestó tanto como el otro. En ese saber y poder mecerse acompasado en cada muletazo como a los largo de la historia solo lo consiguieron Antonio Ordóñez y su padre y el hijo con tanto empaque e imperial dulzura como el rondeño, mas lo contundente de su infalible espada, le dieron ayer una victoria más a sumar en su imparable marcha hacia la cumbre del toreo.

Sobre Enrique Ponce está cayendo la racha de malos toros más larga e incesante que haya padecido a lo largo de su vida. Sin desesperarse pese a ello, anduvo magistral con el engañoso primer toro que en sus manos pareció mejor de lo que fue y, a pesar de matarlo certeramente y por arriba, el palco se negó a darle la oreja que pidió gran parte del público. Luego, con el rajadísimo y muy distraído cuarto que brindó esperanzado, su esfuerzo por sacarle partido fue baldío.

Sebastián Castella se esmeró notablemente con el buen segundo toro, logrando tandas tan firmes como jaleadas, pero lo echó todo a perder con varios pinchazos y tuvo que contentarse con recibir una gran ovación. Con el muy deslucido quinto, volvió a intentarlo pero esta vez le fue imposible conseguir su propósito.

José María Manzanares

Enrique Ponce

Sebastián Castella

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