viernes, 4 de septiembre de 2020

Similitudes entre Nazarín de Galdós y el Padre San José Mª Rubio


Autora: Dña. María del Rosario García Villalba
Universidad Complutense de Madrid
Departamento de Filología III
Correo: garciacharo@hotmail.com

Resumen: Galdós pudo tener como referencia para escribir su Nazarín cualquier sacerdote de la época con inquietudes de llevar el evangelio a la calle, como por ejemplo, el padre San José María Rubio Peralta. De hecho, estos sacerdotes preocupados por mejorar verdaderamente la situación de los más pobres de la sociedad venían retratados en la prensa de su tiempo como una especie de locos por ese amor desbordado a sus semejantes. Así Nazarín era tratado como Apóstol de la paciencia (Galdós, 1895: 25); y el padre San José Mª Rubio como Apóstol de los pobres.

Palabras Clave: Sacerdote, evangelio a pie de calle, sociedad, concilio, anticlerical, libertad de culto.

Synosis: Galdós could have a reference to write his Nazarín any priest of the time with concerns of taking the góspel to the street, such as Father San José María Rubio Peralta. In fact, these priests cocerned with truly inproving the situation of the poorest in society were portrayed in the press of their time as a species of crazy for that overflowing love for their fellow men. Thus Nazarín was treated as the Apostle of patience (Galdós, 1895: 25), and Father San José Mª. Rubio as Apostle of the poor.

Este artículo trata de analizar el anticlericalismo de Galdós desde una mirada del hombre del siglo XXI. Desde el principio nos damos cuenta de la visión superficial de sus coetáneos a la hora de enjuiciar esa perspectiva tan fuerte y radical que usaba la pluma canaria en la descripción de sacerdotes que según él no cumplían bien con sus ministerios. 

Debo señalar que en este estudio comparativo de el personaje que bien pudo tener, entre otros, el autor como referencia para su personaje ficticio Nazarín, he contado con apoyo bibliográfico, pues, aunque no hay muchos análisis sobre quién pudo tener como modelo del personaje real (de los que él tanto gustaba) para la confección del personaje novelado si he encontrado algunos muy interesantes. La historia de Nazarín  es la de un cura con una religiosidad básica pero muy próxima a lo considerado perfecto por las enseñanzas de Cristo, similitud que ya contempla Clarín en el artículo de El Imparcial. Durante su periplo por la provincia madrileña, Nazarín se encargará de proteger a diversas personas que, por su escala en la sociedad, han sido relegados de ésta, así como prestar su ayuda a los más pobres y desvalidos. Aquí cabría hablar de la semejanza del personaje con el padre Rubio, que viviendo en la misma época y moviéndose por los mismos entornos que el autor de la obra, encauza su ministerio hacia los más pobres y desvalidos, como eran los traperos y golfos que habitaban en la Ventilla y en Tetuán de las Victorias. En el capítulo titulado: “Con los pobres de la tierra” Lamet  (2003: 157- 158):

[…] Juan de Andrés recordó el día en que el padre Rubio lo había aconsejado: --Mira, Juan, si quieres hacer algo, en la Ventilla hay un inmenso campo de trabajo. Date una vuelta por allí. Verás lo que es bueno. Aquel abandono y aquella basura le daban vueltas en la cabeza y no le dejaban dormir. El hecho de estar haciendo el servicio no era razón suficiente para echarse atrás; es más, estaba dispuesto a darse de baja de la Academia Calderón de la Barca, donde era profesor, y entregarse a trabajar entre aquellos tugurios a favor de la pobre gente.[…]

El profesor Gautier escribió también un artículo para la Revista Isidora donde hacía un bosquejo apuntando al escritor y poeta francés Lamenais como posible personaje real para Nazarín. Es verdad, que Galdós criticó a veces duramente a representantes de la institución eclesiástica, pero no es menos cierto que era porque no daban el ejemplo que se esperaba de ellos en la sociedad. Por otra parte, no cabe la menor duda del cambio que ha ido renovando la posición de la Iglesia Católica desde el Concilio Vaticano I, 1870 (época de Galdós) hasta nuestros días.

Por ello, creo que Galdós es un avanzado en ideas religiosas, hasta el punto de querer llevar las enseñanzas del evangelio hasta sus últimas consecuencias. Adelantándose así, hasta propuestas como las del Papa San Juan Pablo II, que promovía vivir el evangelio en la calle y en el puesto de trabajo. Para  el autor canario la virtud más sobresaliente de todas es la caridad, lo mismo que para el propio Jesús, quiere llegar a través de ella a una justicia social. Aquí cabría mencionar a personajes caritativos de la obra galdosiana  como Benina en Misericordia (1897), La condesa Halma (Halma, 1985), el cura Nazario etc.

Gustavo Correa  (Correa, 1962: 271) señala que la inmersión del personaje galdosiano en la conciencia religiosa es el resultado, por consiguiente, de una peculiar visión del mundo y de una valoración de la existencia humana que tiene sus raíces en el sentimiento religioso que nos ilumina acerca del origen del hombre, su destino y su relación con las demás personas. Tal manera de visión dota de intención y sentido a este mundo novelístico dentro de un plano de trascendencia y de una característica tonalidad emocional. En muchos casos las estructuras simbólicas tienen un origen marcadamente religioso.

Al principio de este trabajo buscaba poder tener una vía de investigación donde pudiera hacer alguna aportación nueva sobre el tema (o no muy tratada por los estudiosos galdosianos). No sé si estaré acertada o no en este nuevo camino que he emprendido para explicar, desde mi punto de vista, ¿qué personaje contemporáneo pudo tener Galdós para ir hilando el carácter humilde y sencillo del padre Nazario?, uno de los sacerdotes, que como ya hemos observado en estudios de otros galdosistas era muy del agrado de Galdós. Tengo que decir que en este trabajo pretendo seguir al unísono con una vía filológica y otra periodística que lo hará vivo y actual, así me puse en contacto directo con el padre Pedro Miguel Lamet, autor de los dos libros que quiero aportar al círculo oficial de los investigadores de Galdós, como son: “Como lámpara encendida” (2003) y “La Santa de Galdós” (2000). Ya en nuestra primera conversación el padre Lamet se mostró como un galdosiano más, que estaba interesado en como construía Galdós sus personajes novelísticos sacándolos de personas reales. Así me contó como al escribir el libro  “La Santa de Galdós”  sobre Ernestina Manuel de Villena y su relación directa con Guillermina Pacheco, personaje de la novela “Fortunata y  Jacinta”, eran en realidad un calco la una de la otra, además el propio Galdós, así lo indica en su artículo: “Santos Modernos”  publicado en el  periódico “La Nación” de Buenos Aires, el 15 de febrero de 1886, donde hace un elogio de la labor llevada a cabo por doña Ernestina y no duda en calificarla de santa. Pues bien, ahora me propongo  yo demostrar que bien pudo tener Galdós en el padre José María Rubio su personaje real para crear Nazarín. Ya  de entrada es difícil probarlo porque no hay ninguna indicación de Galdós que así lo señale, pero no es menos cierto que se puede hacer perfectamente una relación de similitudes entre el personaje real y el ficticio. Además, teniendo en cuenta que muchas de las acciones emprendidas por el padre Rubio en la sociedad eran recogidas en los periódicos de la época, por lo que creo que bien pudo tener allí Galdós su fuente de inspiración para su sacerdote Nazarín.

El padre Lamet  que al principio era reacio a esta idea, porque según él, Galdós no sentía mucho agrado por la Compañía de Jesús, aunque tengo que señalar que sobre éste particular tampoco hay nada dicho o escrito directamente por el autor. Después de mis explicaciones sobre la relación de uno y otro, reconoció  Lamet  que efectivamente era posible. Y añadió : “¡Qué lástima, no se me haya ocurrido a mí!”, “la verdad es que si detrás de todo está el padre Rubio, no me cabe duda que algo ahí ” [1].

El padre Rubio era un simple sacerdote en 1895, cuando escribe y publica Galdós “Nazarín  y  Halma”, le costó mucho entrar en los jesuitas. De hecho la noche que estrena Galdós “Electra”, el 30 de enero de 1901, y el teatro Español registraba un lleno clamoroso.  Se grita desde las butacas -¡Abajo el clero! ¡Abajo los Jesuitas!- De pronto alguien grita desgañitadamente:

  -¡Muera Cermeño! ¡Muera el jesuita Rubio! Cuando a la mañana siguiente le informan a Rubio que salía en los papeles, el sacerdote sonrió complacido porque le habían llamado jesuita, cuando todavía no había sido aceptado por la Compañía de Jesús (Lamet,2003: 80,81)[2]

Según nos cuenta Lamet (2003:249) el padre Rubio es nombrado capellán de las religiosas Bernardas en la iglesia del Sacramento, entonces parroquia de la Almudena en 1893. Año que comienza a trabajar en los suburbios de Tetuán de las Victorias y la Ventilla,  con los traperos y  golfos. Asimismo, su confesionario e intuición comienzan a hacerse famosos, llegando a formarse colas de hasta tres horas, en las que esperaban lo mismo señoras de las clases altas aristocráticas con pobres míseros de la capital para ser confesados por él. Durante ese mismo año es nombrado también notario y encargado del registro de la vicaría. Me ha parecido oportuno centrar un poco en el tiempo al personaje real para comenzar ahora a ver las  similitudes entre uno y otro.

PADRE RUBIO:

--Enseña a vivir de forma sencilla, una frase suya que repite siempre a lo largo de su vida: “Hacer lo que Dios quiere, querer lo que Dios hace” (Contraportada del libro “Como lámpara encendida).

PADRE NAZARÍN: 

--Vive sin preocuparse de que va a comer o de que va a vivir. Todo lo deja en manos de Dios. Y después de sufrir un robo en la pensión donde se aloja, afirma: “paciencia y calma. Ya vendrán de alguna parte la camisa, el desayuno y  el  jabón. Además, señores míos, yo tengo mis ideas, las profeso con una convicción tan profunda como la fe en Cristo nuestro Padre”. (Galdós, 1986:19)

En ambos se descubre que “no tenían nada suyo, y todo lo que les daban lo recibían con una mano para darlo con la otra y remediar cualquier necesidad”.

PADRE RUBIO:

-- Sobre la austeridad de José María Rubio hay docenas de testimonios en su proceso, que en ejercicios comía las sobras de pan que otros dejaban, que llevaba una sotana muy pobre, aunque limpia; que no se quedaba ningún regalo y que lo daba todo a los pobres (Ibídem, 2003:139).

PADRE NAZARÍN, En la entrevista con el periodista al principio de la novela va dando estas respuestas:

--Porque usted no pretende mejorar de posición ni pide a sus superiores que le den medio de vivir dentro de su estado religioso.

-- Así es; yo no pretendo, yo no pido.

--Usted come cuando tiene qué comer, y cuando no, no come.

--Justamente…, no como.

--Porque usted desafía los ultrajes, el hambre, la miseria, las persecuciones, las calumnias y cuantos males nos rodean, ya provengan de la Naturaleza, ya de la sociedad.

--Yo no los desafío, los aguanto.

--Y es de presumir que algo de lo que usted reciba pasará a manos de otros más necesitados o que lo parezcan.

--Alguna vez (Galdós, 1986: 26,27). 

Ambos eran descritos por los que les conocían como que “tenían una especie de intuición o luz profética con que de golpe distinguían no sólo la índole de las almas, sino también su mayor o menor necesidad presente”.

 PADRE RUBIO:

Mucho nos llamaba la atención - cuenta otro testigo-  el modo con que celebraba. Su espíritu parecía elevarse a verdadera contemplación del Señor que tenía en sus manos, y, cual si realmente le viera, nos parecía que hasta su rostro se transfiguraba (Ibídem, 2003:65) [3]. 

PADRE NAZARÍN:

El personaje de la Chanfaina dice sobre él: “ Este cuitado que ustedes han visto tiene el corazón de paloma, la conciencia limpia y blanca como la nieve, la boca de ángel, pues jamás se le oyó expresión fea, y todo él está como cuando nació… Por más que le escarben no encontrarán en él ningún pecado mayor ni menor, como no sea el pecado de dar todo lo que tiene…” (Ibídem, 1986:31).   

Ambos se dedicaban intensamente a la oración.        

PADRE RUBIO: “Mientras José María reza, Chinchón amanece” (Ibídem, 2003:42). El padre Rubio pasaba largas horas en oración y animaba a las Marías de los Sagrarios a que permanecieran en esa actitud también.

PADRE NAZARÍN:

“Nazarín, se quedó en vela, y estuvo en oración hasta el amanecer” (Ibídem, 1986:147). Muchas veces animaba a  Ándara  y  Beatriz  para que rezaran también.

En ambos se descubre un mirar más hacia Jerusalém que a Roma en el sentido de buscar un cristianismo más directo con las enseñanzas de Jesús.

PADRE RUBIO:

En un viaje que realizó a Tierra Santa , Rubio quedó impresionado de  las  vivencias que los Santos lugares le produjeron, tanto es así, que escribió un diario que fue publicado por La Semana Católica, (Ibídem, 2003:93) en treinta y cuatro capítulos, con el nombre de “Notas de un peregrino en Tierra Santa”.

PADRE NAZARÍN:

Al final de la novela cuando iban detenidos por la Guardia Civil.  A Nazarín se le representa que iba a ser clavado en la cruz y por un momento se le inunda el alma de gozo, pero de repente, dice: “No merezco, Señor, no merezco la honra excelsa de ser sacrificado en vuestra cruz…Soy el último de los siervos de Dios, y quiero morir olvidado y oscuro, sin que me rodeen las muchedumbres ni la fama corone mi martirio” (Ibídem, 1986:199). El padre Nazarín , tanto en la novela del mismo nombre, como en Halma busca el camino de la perfección como si siguiera a las sandalias del pescador, referido este al propio Jesús más que al Papá de Roma.

Hasta aquí he hecho una relación posible entre los sentimientos y caracteres entre el personaje real,  San José María Rubio  y  el personaje ficticio, padre Nazarín.

De todos es sabido que Julio Verne es considerado como uno de los padres de la ciencia ficción, capaz de crear mundos venideros que, por supuesto, él no conoció.  Me atrevo a decir que Galdós hizo otro tanto en el mundo de los sentimientos religiosos y de los nuevos movimientos cristianos que habrían de venir en la Iglesia Católica en tiempos posteriores a él.  El padre Rubio es canonizado por el Papa San Juan Pablo II en su último viaje a  España, los días 3 y 4 de mayo del  2003, lo  nombró junto a otros cuatro españoles.

¿Cómo se podía saber que llegaría a Santo? ¿Cómo supo Galdós jugar con esa baza?  

Ante esas cuestiones,  aunque parezcan de difícil respuesta, me limitaré a decir que la santidad se consigue siendo un buen discípulo de Jesús y cumpliendo la voluntad de Dios. Ahora bien, vamos con la segunda  pregunta, porque digo que Galdós supo jugar con el tema de ser santo,  ya en su mismo tiempo al padre Rubio se le tenía  por “santo” o por “loco”. Como vemos lo mismo que al padre Nazarín. Pero además, me gustaría señalar otras similitudes aunque fuera de tiempo, porque Galdós  ya  había publicado su novela. Y a pesar de ello, los personajes real y ficticio, tienen vivencias muy parecidas. A saber, el padre Rubio es amonestado por sus superiores por la creación de un Instituto religioso. El padre Nazarín es amonestado por sus superiores  y le prohíben ejercer el sacerdocio al haber dado cobijo y amparo a una presunta asesina, y correr habladurías sobre la verdadera relación entre el cura y Ándara.

Por otra parte, tanto el padre Rubio como Nazarín tienen que declarar frente a los tribunales de Justicia. El primero, con motivo de la desaparición de tres niñas, hecho recogido por la prensa. Y el segundo, con motivo de la puñalada que Ándara da a la Tiñosa en medio de una bronca. (Ibídem, 1986:38).

Notas:                                                                                                         

[1] En nuestra primera conversación el Padre Miguel Lamet partía de una premisa errónea, pues José Mª Rubio no pertenecía a la Compañía de Jesús, cuando pudo ser el personaje real para algunas de las características del personaje ficticio de Nazarín.

[2] El padre Rubio es ordenado sacerdote el 24 de septiembre de 1887, y no será aceptado  como novicio en la Compañía de Jesús hasta el 12 de octubre de 1906.

[3] Una de las anécdotas que se cuentan sobre Rubio y su especial comunicación con Dios, es que un día embelesado con su conversación interior al ir a subir al tranvía  pide dos billetes, uno para él y el otro para Jesús. Será el propio inspector quien le haga caer en la cuenta de que va solo y no necesita nada más que un billete.

Bibliografía libros:

  • Pérez Galdós, Benito. Nazarín, Madrid, 1986. 10ª edición, editorial Hernando. P, 25.
  • Correa, Gustavo. El simbolismo religioso en las novelas de Pérez Galdós, Madrid, 1962, editorial Gredos. P, 271.
  • Lamet, Pedro Miguel. (2003) Como lámpara encendida, Barcelona, ed. Belacova de Ediciones y Publicaciones. Pp.80, 81.
  • Lamet, Pedro Miguel. (2000) La Santa de Galdós: Ernestina Manuel de Villena (1830-1886) ed. Trotta, Madrid.
  • Ibídem, Lamet, 2003, p. 249.
  • Ibídem, Galdós, 1986, p.19.
  • Ibídem, Lamet, 2003, nota pie de p. 139.
  • Ibídem, Galdós, 1986, pp. 26, 27.
  • Ibídem, Lamet, 2003, p. 65.
  • Ibídem, Galdós, 1986, p. 31.
  • Ibídem, Lamet, 2003, p. 42.
  • Ibídem, Galdós, 1986, p. 147.
  • Ibídem, Lamet, 2003, p. 93.
  • Ibídem, Galdós, 1986, p. 199.
  • Ibídem, Galdós, 1986, p. 38.

Bibliografía Artículos:

1. Pérez Galdós, Benito. “Santos Modernos”. Publicado en el periódico “La Nación” de Buenos Aires, el 15 de febrero de 1886.

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