miércoles, 30 de mayo de 2018

Carta de Marisol Solín a María Dolores Pradera

Fotografía dedicada por María Dolores Pradera a Marisol Solín

Por Marisol Solín

Agradezco mucho el cariño recibido por tantos mensajes de amigos por el fallecimiento de María Dolores Pradera. Estoy sin fuerzas... Si ayer el tanatorio fue duro, hoy ha sido aun más su despedida, y cuando oí decir en la capilla que sus éxitos los veía como un tránsito en su vida, así es, pues eras un ser tan humilde a pesar de no quedar ningún premio y condecoración sin otorgarte en vida, todos ellos, nunca los exponías en las vitrinas, pues quedaban en cajones de tu armario, eso sí, con el mayor de los agradecimientos.

Y digo más de como eras María Dolores de agradecida, pues si me pedían fotos dedicadas por ti, después de hacerlo, me decías que no olvidara darle las gracias. Y es qué tu generosidad iba unida al sentido del humor, y para quienes te conocíamos bien, no olvidaremos nunca tus chistes y tu forma tan personal de contar las cosas. Así que esa es la razón que me costará mucho no recibir ya tus llamadas diarias a las que me tenías acostumbrada para contarme tantas cosas, y también para saber cómo estaban mis "dolorcitos", pues era una de tus preocupaciones, como también debo acostumbrarme a que no me digas qué quieres que te cante... Yo siempre te decía, lo que quieras, me gustan todas.


Marisol Solín junto a María Dolores Pradera

El 13 de abril, en mi cumpleaños, mi despertar era como cada año, cantadas por ti "Las mañanitas" pero este año es muy curioso pues me pediste que las grabara, y ya sé porque... es que me ibas preparando para tu partida, diciéndome, que te reunirías con mi madre y que junto a ella me cuidaríais. ¡Pero no me vale!, pues yo os necesito aquí a las dos, para daros mis besos y sentir vuestros abrazos, y sobre todo María Dolores para rezar ese Padre Nuestro que me pedías para tu María Luisa. Ella es mi madre. ¡Cómo olvidarlo! Eras mi otra madre que me quedaba aquí, y me gustaba escuchar tus sabios consejos. Me viene a la memoria que te desobedecí cuando luché tanto por tener justicia, algo que sabías que no me la iban a dar pues se trataba de un Goliat que tú los conocías muy bien, y aun no haciéndote caso, me apoyaste con tus palabras públicamente, haciendo ver lo que yo significaba para ti.

Ayer que pude comprobar en el tanatorio lo que te querían tus compañeros de profesión, vi como su dolor se reflejaba en los ojos que no podían contener las lágrimas, pero me gustó mucho saber como una admiradora fue a darte su adiós, y me contó que tu música la hacía recordar su niñez y a su padre, como ves Praderita, tus canciones recuerdan vidas...

Hoy te acompañé con el rosario que me regalaste y que estoy muy segura que no es el de tu madre, pues a pesar de cantarlo miles de veces, siempre decías que nunca te lo devolvieron.

Decirte que nos sentirnos orgullosas María Jesús González y yo de saber que para ti somos las «más válidas» pues lo de minusvalídas no te gustaba al ver lo que eramos capaces de hacer en la vida, pero lo mejor que hemos hecho, ha sido quererte y que nos quisieras. D.E.P.

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