viernes, 27 de agosto de 2010

BILBAO: LLENAZO PARA LOS TRES MÁS GRANDES, PONCE, EL JULI, Y MANZANARES


Por José Antonio del Moral
Bilbao. Plaza de Vista Alegre. Jueves 26 de agosto de 2010. Tarde nublada y bochornosa con lleno total.
Cinco toros de El Ventorrillo, magníficamente presentados en desigualdad de pesos, bien armados y astifinos. De juego desigual y poca fuerza en general. El primero, muy blando, corto de viajes y metiéndose por los dos pitones. Al segundo, también débil, aunque no le hicieron ni cosquillas en el caballo, se rajó muy pronto. El tercero, alto de agujas, tampoco le sobró la fuerza pero resultó noble, fue largo por el lado izquierdo y finalmente por el derecho aunque a media altura. El enorme cuarto, un camión, resultó noblote por el lado derecho, por el izquierdo arrolló con peligro, no humilló nunca y se rajó en seguida. El veletísimo quinto, huido de salida y lastimado tras intentar saltar, fue devuelto y sustituido por un sobrero de Ortigao Costa que pese a su justa fuerza, resultó más que aprovechable en las manos de quien lo mató. Fue el toro más grato de los siete. Y algo remolón pero muy noble por ambos lados el sexto.
Enrique Ponce (marino y oro): Estocada muy caída, silencio; estoconazo muy caído, aviso, petición de oreja y vuelta clamorosa seguida de bronca al palco.
El Juli (tabaco y oro): Estocada muy caída trasera, silencio; estoconazo caído, oreja in-extremis.
José María Manzanares (carmelita y oro): Estocada corta arriba que se hunde y tres descabellos, aviso y gran ovación tras otra para el toro; gran estocada desprendida, oreja y petición de otra.
Muy bien en palos Juan José Trujillo

El imponente aspecto que presentó ayer la gran plaza de Vista Alegre fue un inapelable mentís a los que están cantando el próximo final de la Fiesta. Que en la capital efectiva del País Vasco se vuelquen masivamente la afición y el público en general, es una de las alegrías más grandes que hemos tenido en la presente temporada. La ocasión para tanta asistencia era lógica porque con un corridón de toros actuaban nada menos que Enrique Ponce, El Juli y José María Manzanares, la cúpula del toreo actual en tres edades y versiones.
Luego, el juego que dieron los toros para bien o para mal, determinó el desarrollo artístico del festejo conforme a la suerte y a la habilidad de cada cual. No en vano eran tres consumados maestros los que compitieron. Enrique Ponce desde su indiscutible y permanente autoridad. El Juli en la mejor temporada de su vida. Y José María Manzanares en la de su definitiva consagración pese a su juventud. Los tres vinieron a dar la cara como corresponde a su categoría y a fe que lo cumplieron.
Pero no empezó nada bien la corrida con un primer toro para Ponce tan hermoso como blando y deslucido que, además, desarrolló malas intenciones por los dos lados. Tampoco tuvo suerte ElJuli con el segundo, más noble que el anterior pero de inmediato rajado, lo que desilusionó demasiado pronto al madrileño y me chocó. Debió intentar sujetarlo en tablas y torearlo en esos incómodos terrenos.
Menos mal que con el tercero cambió el rumbo de la tarde para bien porque este animal se prestó por ambos pitones aunque no para tirar cohetes. Quién sí los tiró fue José María Manzanares con una faena muy bien estructurada y a más sobre ambas manos, fundamentalmente con la derecha en series de redondos a cada cual más empacados, sin que faltaran soberbios muletazos de remate, aterciopelados adornos y sus andares imperiales que parecen no ser nada pero valen millones. Lástima que fallara con el descabello porque la oreja le había ganado con creces.
Y llegó Ponce con el cuarto, un altísimo camionazo negro que debió pesar 100 kilos más de los 608 con que le anunciaron y que, sin ser un barrabás, empezó embistiendo sosamente y sin humillar nada, defectos que mantuvo luego cuando, rajado por completo, se refugió en tablas. Ponce, que había enseñado a embestir cada vez más largo a su oponente con la mano derecha hasta meterlo por completo en la muleta, lejos de aburrirse al ver como el toro huía de cada pase, se fue a refugio del animal y ese fue su más lúcido acierto. Porque fue junto a los tableros en donde planteó la batalla y la ganó victorioso y enrazado a base de valor, firmeza, temple y esa manera de mandar que tiene el valenciano dando la impresión de que cualquier dificultad para él resulta la cosa más fácil del mundo. Eso explica que muchos no le den mérito, incluida la mayor parte de la actual crítica que es la más indocumentada de la historia. Y si quieren comprobarlo, lean a todos hoy en cuanto puedan.
Ponce Imantó al toro y ligó los pases como si fueran uno solo ganando siempre un paso a cada muletazo y, aunque costó que el animal cuadrara, dejó una estocada entera muy caída, a lo que se agarró la presidencia para negar un muy solicitado trofeo, dando luego Ponce una vuelta clamorosa con tanta fuerza como si hubiera cortado dos por lo realizado por el incombustible figurón de esta época que va ya para veinte años y a punto de cumplir su corrida de toros número 2000 en la próxima Corrida Goyesca de Ronda. Sí, he dicho 2000 para que se enteren los que se han pasado este año diciendo que se tiene que ir o que está ido. Esta es la imbecilidad más grande que se ha cometido esta temporada y a las pruebas me remito, mientras el sujeto que encabeza la campaña antiponcista, no ha cesado de maquillar los muchos petardos que ha pegado su último protegido – Le Cocq – con los toros mejores de todas las grandes ferias – se le han ido todos - por orden de sus apoderados. Por cierto y esto lo saben muy pocos, también inspiradores del mismo en otra campaña para conseguir apoderar a Morante. Pero por qué creen que el ínclito la tiene montada por encargo con Curro Vázquez al que adoraba, falsamente, claro. Que me meta yo con él es coherente con lo que siempre he dicho desde que su hermanito apoderaba Francisco Rivera hasta que lo expulsó el abuelo Ordóñez. Pero que lo haga el ínclito, es como para mear y no echar gota.
La clamorosa vuelta al ruedo que dio Ponce, la podría haber dado con igual clamor El Juli tras matar de espadazo caído al quinto, lo que no tomó en cuenta el riguroso palco para darle una oreja que el madrileño paseó sin fuerza. Este error presidencial limitó el entusiasmo con que el público había contemplado la completísima y muy buena faena que hizo El Juli, una más de las muchas excelentes que viene realizando este año frente al remiso aunque muy noble sobrero de Ortigao Costa, a base de tirar mucho y muy bien del toro en cada pase de los muchos que pegó con la hondura y la largura que le caracterizan.
El colofón de tan magno evento, lo puso Manzanares con un sexto toro que, pese a remolonear en los primeros tercios, rompió con creciente ritmo en la muleta, permitiendo explayarse a Manzanares tanto por redondos como al natural que enjaretó meciéndose y acompañando con el cuerpo cada viaje del animal como ahora mismo solo él lo hace hasta redondear el trasteo mejor cumplido de la jornada, cerrado además con un estoconazo de fulminante ejecución que también fue el mejor que se pegó ayer y quizá de toda la feria. La oreja que le dieron también fue la pedida con más pañuelos y como la gente ya estaba embalada, le pidieron otra que no se concedió. Yo la hubiera dado porque como un día me dijo el gran presidente de las Ventas don Pedro Torres Guerrero, en caso de duda siempre hay que favorecer a hombre.
Y los tres más grandes, salieron de la plaza como lo que son y la gente totalmente satisfecha salvo unos cuantos idiotas que se las dan de listos.
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Coda después de haber visto la faena de Ponce por televisión, en diferido, y leído a casi toda la prensa
Llevo más 50 años viendo toros y más de 40 hablando y/o escribiendo sobre las casi 200 corridas que veo cada año. He leído y oído muchísimas ridiculeces. Pero lo que leí anoche a Mario Juárez en su “burladero” calificando al cuarto toro de El Ventorrillo que mató ayer Ponce de “impropio” de Bilbao, es la más grande estulticia de todas. Aunque esto es lo de menos viniendo de quien viene. También me partí de risa cuando escuché al nuevo fichaje de la “capea radiofónica” que sigue pagando Caja Duero pese a la crisis. Un tal Polo Sánchez, cuando dijo que los toros de ayer no tuvieron emoción. De cachondeo y a la vez de vergüenza.
Les recomiendo que vean el vídeo de la importantísima faena de Ponce, una de las más meritorias de su vida, como también se lo recomiendo al presidente don Matías para que también se le caiga la cara de vergüenza por no haber premiado una de las faenas más impresionantes de muchas temporadas. Y lo mismo a los queridos o no queridos compañeros que, en cuanto les lea hoy, voy a citar aquí mismo en cuanto pueda…


EL QUITE DE DOMINGO
Lagartijo, Guerrita y Antonio Fuentes torearon ayer en Bilbao

En esta temporada estamos asistiendo a una situación muy parecida a la de los últimos años de Lagartijo el Grande. El bravo Frascuelo había quedado fuera de combate por la cornada del toro “Peluquero”. Lagartijo se resistía a ceder el cetro del toreo mientras Guerrita, lleno de ambición, lo acosaba ansioso por destronarlo. Sustituyan el nombre de Frascuelo por el de José Tomás; el de Lagartijo por el de Enrique Ponce, y el de Guerrita por el de El Juli, y se encontrarán con que, más de un siglo después, estamos ante una situación parecida.
Julián López el Juli salía siempre acomplejado cuando toreaba junto Enrique Ponce. Pero ha perdido totalmente el complejo, y ahora sale especialmente motivado cuando torea con él. Pero Ponce no está por la labor de dejarse ganar la pelea, y todos los días pugna por estar mejor que su rival. Lo que sucedía entre Lagartijo en sus últimos años y un Guerrita crecido.
Esta es la salsa de la temporada, su intríngulis. El interés de la temporada se está basando en los encuentros de Ponce y El Juli. Otra cosa es que la prensa adicta al josetomasismo se niegue a contarlo. Da la impresión de que, como no está José Tomás, todo lo demás carece de valor e interés, y hay que callar todo lo bueno que está sucediendo. Pero los encuentros entre Ponce y El Juli están siendo del máximo interés para el aficionado.
Los toreros de la nueva generación nos han colmado de decepciones. Pero Ponce y El Juli siguen a los suyo peleando en la cumbre. Lo lamentable es que no haya unos periodistas capaces de contarlo. El Juli normalmente suele salir triunfador en el duelo, ya que está en un momento verdaderamente excepcional. Pero hay veces en que Ponce saca la raza y opaca a El Juli (sin ir más lejos con la gran faena de Burgos). Lo mismo sucedía cuando decían que Lagartijo estaba acabado y, de repente, hacía un gran faenón que opacaba a Guerrita. Como decía Belmonte, en el toreo nada cambia; solo cambian los protagonistas.
Ayer se vivió en Bilbao un ambiente de gala con un llenazo. La plaza lucía bella y alegre, deseosa de ver una gran corrida de toros. Y la vimos, porque los toreros que verdaderamente son capaces de ofrecer a los aficionados grandes tardes son las auténticas figuras. Ayer las había en Bilbao y el público, que no es tonto, llenó la plaza, harto de medianías que, aunque tengan muy buena prensa, en realidad no son capaces de cuajar a los toros ni de convencer a nadie.
La corrida del Ventorrillo era una señora corrida de toros. De astifinísimas cabezas y enorme volumen. Ponce y El Juli se anunciaron en Bilbao con un corridón para que no se diga y para dar ejemplo. Luego en la corrida hubo de todo.
El peor parado en el sorteo fue Enrique Ponce. Le correspondió en primer lugar un toro que cabeceó mucho y se defendió por su poca fuerza. Prácticamente no pudo hacer nada con él. Y el cuarto era un enorme camión, muy manso y con gran querencia hacia los adentros. Después de una serie con la mano derecha el toro se rajó pronto y se fue hacia las tablas. Y allí empezó la denodada porfía de Ponce. Lo metió en el canasto con la mano derecha, cosa nada fácil porque el toro empujaba mucho hacia los adentros; pero con la izquierda no pudo conseguir ese nivel porque por ese pitón el toro arrollaba. Una faena meritoria con mucha casta, y eso que Ponce lleva veinte años en lo más alto. Ponce se niega a ceder el cetro. Mató de un bajonazo y, a pesar de que hubo petición, Matías con buen criterio, no concedió el trofeo. Y es que la suerte de matar es la suerte suprema, y para cortar orejas las estocadas han de estar en lo alto.
El poderío de Julián López El Juli es tal que le bastaron dos series con la mano derecha para acabar con su primer toro. Dos series mandonas por abajo hicieron que el toro se rajara, no quisiera saber nada y se metiera en las tablas. Y en quinto lugar salió un toro de Ortigao Costa noble y con calidad. El Juli le hizo una faena de las suyas, compacta, redonda, maciza, impecable, sin un solo enganchón y llena de muletazos largos y por abajo. Primero con la izquierda y después con la derecha, con su profundidad característica. Una cosa que me encanta de El Juli es lo bien que echa los engaños. Mientras los toreros malos se hartan a dar toques y andar con la muleta retrasada, El Juli simplemente la pone en el hocico y tira del toro hasta el infinito. Estocada caída con brinco en la ejecución, y una oreja, la primera oreja bien cortada de la feria. Las otras habían sido de verbena.

El Juli tiene una gran tenacidad profesional y una gran afición, y eso le ha llevado a torear a la perfección. Tanto con capote como con muleta El Juli ahora mismo representa el temple y la pureza. En lo único en que no ha evolucionado es en la estocada: sigue siendo un matador impulsivo que da un salto en el embroque. Hasta en eso es como Guerrita, igual de ambicioso, igual de perfecto, pero con el defecto de no ser un estoqueador depurado. Es simplemente eficaz, como lo era Rafael Guerra Bejarano.

Y acompañando a Lagartijo y Guerrita, estaba Antonio Fuentes, aquél del que dijo el Guerra “después de mí naide, y después de naide, el Fuentes...”. Antonio Fuentes representaba la elegancia. Y esa es, precisamente, la característica fundamental de José María Manzanares: la elegancia. Torero muy elegante y de gran porte y empaque. Hasta tal punto tiene porte y empaque que, con frecuencia, lo que hace parece mejor de lo que realmente es. Todo lo embellece con su distinción prodigiosa.
Manzanares se llevó un gran lote, dentro de una corrida del Ventorrillo descastada y mansa. Su primero tuvo quizás el defecto de no terminar de humillar al final del muletazo, pero era un toro muy pronto y repetidor. Y su segundo, aunque justo de fuerzas, tuvo mucha calidad y dulzura. Manzanares nunca está mal porque su empaque y su gran porte hacen que siempre se le vea con agrado, pero tiene poca ambición, como he dicho en otras ocasiones.
Ayer Manzanares debería haber armado una revolución en Bilbao, revolución que se hubiera producido ante los morros de Ponce y El Juli. Cortó una oreja, pero su lote era de tres o, incluso, de cuatro orejas. A su primero, después de dos series con la mano derecha demasiado atragantadas porque no perdió pasos, le dio una gran serie con la mano izquierda, llena de largura y templanza. Luego, cuando volvió a echarse la muleta a la derecha, la faena bajó de tono. El sexto, con mucha clase y nobleza y también con escasez de fuerzas, era un toro ideal para una obra perfecta de Manzanares. Y estuvo tan elegante y tan clásico como es él, pero eché de menos más toreo con la mano izquierda (solo hubo una serie breve), y series más profundas.
Manzanares es consciente de que es el torero de más clase del momento (si exceptuamos, claro, a Morante de la Puebla), y se beneficia de esta situación. Pero le cuesta apretar el acelerador. En este sexto toro esperaba una faena tan inconmensurable, como las que le hemos visto en Sevilla o en Zaragoza. Pero, sin estar mal, cortó una oreja cuando debería haber cortado dos. Por cierto, el estoconazo con que mató a este toro seguramente será la estocada de la feria.
Quiero consignar, por último, el gran par de banderillas de Juan José Trujillo al tercero de la tarde, que para sí hubiera querido el Vito.











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