lunes, 20 de abril de 2009

CORRIDA CONCURSO DE GANADERÍAS EN LA PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS DE MADRID

Concurso de mansedumbre
Por Don Nicanor
Fotografías: (c)Dolores de Lara

Domingo 19 Abril 2009.- No es fácil recordar una buena corrida concurso de ganaderías de las celebradas en Madrid, aunque no resulta difícil afirmar que la de hoy domingo ha sido la más infumable. El escaso público que acudió con visos de asistencia clandestina, dada la invisible publicidad del festejo, aguantó con paciencia de buenos aficionados el desfile de reses de sangre santacolmeña que no hicieron más que confirmar el decepcionante estado en que se encuentra este ancaste.

Apenas sí pasaron el fielato del caballo, y sus embestidas, más bien arreones, en los primeros tercios descompusieron a los lidiadores que también se apuntaron a su particular concurso de despropósitos.
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El último tercio fue una sucesiva demostración de esquivar los cabezazos de los bovinos concursantes desde el lidiado en primer lugar de Juan Luis Fraile, hasta el último toro ¿? De Mayoral, siendo más compasivo con los espadas el de Cuadri.

Visto lo visto, los seis toros concursaron en mansedumbre, y algunos de ellos como el de Saltillo, o del Escolar, o como el morucho de Mayoral mostraban viles apetencias por las femorales de los esforzados toreros que vieron estrelladas sus ilusiones de meritar para una posible sustitución en el penoso serial del inminente San Isidro.




El coraje del manchego Aníbal Ruiz, el buen estilo del albaceteño Sergio Martínez, y la firmeza del mañico Jesús Millán, afloraron con valor ante el manso y descastado encierro. ¡Huele a hule! gritó un castizo; ¡a cloroformo huelo yo! Le contestó otro de la grada. Allá en la plaza, a lo que olía era a chamusqina desde que el toro de Adolfo Martín fue jaleado en el caballo y aplaudido en el arrastre por la gente del famoso tendido que dirige la Monumental madrileña, aunque hoy haya de apuntarse un fracaso por la mala organización de esta penosa pésima corrida. El aviso a navegantes ya había sido dado, y tan bien recogido fue por un jurado de sorprendente composición, que sin dilación resolvió fallar a favor del toro de la ganadería de Adolfo Martín, ¿por qué?, pues por eso de la chamusquina, es de suponer.


domingo, 19 de abril de 2009

¿La peor feria del mundo?

Publicado el 04.04.2009
en www.detorosenlibertad.com/
por Domingo Delgado de la Cámara

Cuando he leído los carteles del San Isidro 2009 me ha empezado a doler la cabeza. Pero a pesar del mareo provocado por tan indigesta programación, aun tengo la lucidez suficiente para llegar a las siguientes conclusiones:

1.- Desbandada general.- Hasta este año los Choperita habían sido capaces de contratar a todos los toreros interesantes para San Isidro. Este año no lo han hecho así. Las ausencias de José Tomás y Ponce nos indican que se ha montado la feria pensando en el ahorro. ¿Es que los Choperita quieren abandonar Madrid? De lo contrario, no tiene explicación este esperpento de feria.

2.- El abono obligatorio.- El nivel de la mayoría de los carteles es tan bajo que, fuera de feria, solamente congregarían a dos mil personas más o menos. Por supuesto, en ninguna feria de provincias pueden montarse carteles tan malos porque nadie iría a verlos. Pero en Madrid, la gente, con tal de no perder su localidad aguanta lo que le echen. Esta es la explicación del esperpento: el chantaje del abono obligatorio. Se produce la paradoja de que la plaza, en apariencia más dura, a la hora de la verdad aguanta lo que no está en los escritos. El negocio es espectacular: carteles baratísimos del tres al cuarto a plaza llena. Pero, mucho cuidado, en el momento en que la gente y las empresas de otros ámbitos empiecen a dejar de sacar sus abonos, y con la crisis a más, veremos en qué queda San Isidro y la plaza de Madrid.

3.- De mal en peor.- Pero echar la culpa de todo a la empresa adjudicataria, sería injusto. Ahí está la Comunidad de Madrid, propietaria del inmueble y que constantemente calla y otorga. Cuando en 1990 llegaron los Lozano a Madrid, se inauguró la era de las ferias inacabables con carteles malísimos. Así llevamos casi veinte años. Los Choperita han heredado esta inercia y se han beneficiado de ella, pero no son los padres del invento. Con el esperpento de 2009 se han bajado un par de escalones en esta marcha hacia la muerte de la plaza de Madrid.

4.- Los ausentes.- Al parecer Ponce, José Tomás y Cayetano faltarán a San Isidro por cuestiones de dinero. Estoy harto de este argumento, me traen al fresco las cuentas de unos y otros. Yo, como aficionado, exijo su presencia, y a la empresa le recuerdo una cosa: Si pagan alrededor de sesenta millones de euros a la Comunidad de Madrid, es porque Taurodelta lo ofreció en su plica. El pliego exigía la mitad. Fueron los Choperita los que duplicaron la oferta. Si ahora no tienen dinero para pagar a las figuras, es su problema, no el de los aficionados. Además, se lo van a llevar muerto con tantísimos carteles de baratillo. Mientras tanto, el bueno de Julio Aparicio se ha quedado en ayunas por los pleitos y malquerencias que se traen la empresa y su apoderado. Cosa que a los aficionados nos trae al pairo. También han dejado fuera al rejoneador Ventura, tras sus incontestables éxitos del año pasado. Y para postre dejan fuera a César Jiménez que, es posible que no esté en su mejor momento, pero ha salido dos veces por la Puerta Grande de Madrid, mientras que la mayoría de los toreros que van a torear en la feria no han salido ni de la boca del burladero.

5.- Los presentes.- Dicen las malas lenguas que, por aquello de la crisis, ha habido una rebaja general de dineros y que hay muchos toreros que vienen por quince mil euros. Dicen también que el único que no ha rebajado el caché es Miguel Ángel Perera. Pero quién sabe. Ausente de Sevilla, Perera sabía que tenía que estar obligadamente en San Isidro. Vaya usted a saber las cuentas que le habrán hecho. Que Morante, Perera, El Cid o Castella toreen tres tardes, está muy bien. También vienen a tres Bolívar y Talavante, pues vale. Pero es incomprensible la triple presencia de Ferrera y Abellán. A Diego Urdiales, después de dejarse ir el mejor toro de la temporada pasada, le premian también con tres tardes. No digo que no vengan, pero tres tardes son excesivas a todas luces. ¡Menos mal que el Juli y Manzanares sí vienen! Aunque a solo dos tardes. También el jovencísimo Daniel Luque que por sus condiciones puede llevarse la feria de calle.

Hay muchos toreros que, dicho sea con todos los respetos, son de domingo y no para la feria: el Capea, Antonio Barrera, Fandiño, Serranito..., y muchos más. ¿Qué pintan en San Isidro?

Uno de los grandes problemas del toreo actual es que por detrás de las figuras no hay nadie. La segunda fila es pésima. Tampoco (a excepción de El Fundi) hay buenos especialistas de corridas duras. El resultado es que las figuras son irreemplazables Y por ello los carteles secundarios de la primera semana y los de las duras son infumables.

Dicho todo esto, el esperpento 2009 ni se justifica ni se sostiene con los cuatro o cinco carteles buenos que hay. Estoy deseando ver como justifican el esperpento los optimistas oficiales, interesados en que todo vaya bien. Esta vez no les va a servir el manido argumento de la feria de las oportunidades y el rollo del mundial del toreo donde tienen que torear todos. Ya estamos hartos.

6.- Las ganaderías.- Viene lo de siempre más la agradable novedad de Cebada Gago. Echo de menos a Pablo Romero, Conde de la Corte y Miura. Alguien dirá que no están en buen momento, pero tampoco lo están Martelilla, Salvador Domecq o Garcigrande, y la empresa las coloca todos los años a pesar de sus fracasos repetidos. Las novedades de Gerardo Ortega o José Luis Pereda tampoco auguran nada bueno. Todavía hay clases... ¡Menos mal que con el pretexto del ahorro no nos han dejado sin victorinos!

7.- Cambio de rumbo.- Esto no puede seguir así. Y ahora no estoy pidiendo que se rescinda el contrato a la empresa adjudicataria, que por supuesto hay que jubilarla. Hablo de seguir el ejemplo de Pamplona o Bilbao. La plaza de Madrid debe regirla un organismo sin ánimo de lucro y ajeno a los políticos. Un organismo compuesto por buenos aficionados que trabajen con sapiencia y sin precipitaciones, buscando los mejores toros y los mejores toreros. Única fórmula conocida para la lucidez de la fiesta y la satisfacción del público. Lo demás, monsergas.

En resumen: ¿San Isidro? La peor feria del mundo y a los hechos me remito. Llevamos años en que los peores carteles y las tardes más insoportables siempre tienen lugar por San Isidro.

miércoles, 15 de abril de 2009

La expresión artística en el toreo de Enrique Ponce

Por Juan Lamarca
Fotografía: ©Dolores de Lara

El concepto y el buen hacer del maestro Enrique Ponce constituyen la máxima expresión artística en el toreo, la cual se manifiesta desde su alta sensibilidad en la aplicación de una técnica y conocimiento que traslucen la pureza y el clasicismo en los que históricamente se basa.
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Las modas también surgen en la Fiesta Brava y, aun añadiendo páginas importantes, siempre son perecederas, por lo que el devenir y el ser del toreo acaban volviendo a su propia esencia que es la aplicación de las normas clásicas del arte del toreo. Hay quien afirma que no existe mejor moda que lo clásico.

El triunfo, por otro lado legítimo, de los que van por otros derroteros alejándose del clasicismo de la regla, se cimenta sumándole amplias dotes de personalidad, pero he aquí que en el maestro de Chiva se conjugan ambas cualidades de clasicismo e idiosincrasia, basadas en el valor y en la inspiración en cada caso para expresar el arte del toreo, cuyo ejercicio se nos presenta como una cosa muy compleja, llegando a pensar que ha alcanzado formas y pautas definitivas, no obstante de estimarse como un arte aún joven en relación con las demás artes que alcanzaron su definición hace miles de años.

Pero quizás sea el maestro Enrique Ponce el que nos lleve al firme convencimiento de que el toreo con él alcanza su máxima expresión artística y en él se culmina su evolución.

Enrique Ponce nos ofrece su concepto de la tauromaquia y nos muestra cómo las suertes de la lidia que realiza no comportan solamente el aspecto visual, sino que nos revela que tiene delante a un animal fiero al que hay que entender, reducir y dominar. Por lo tanto no tiene únicamente que ir a un proceder de estética personal como artista que es, sino a la eficacia de su poderío sobre el animal, configurando la estampa de un "ballet dramático" como así lo definiera Vicente Zabala en su obra "La Fábula de Domingo Ortega".

Pues sí, señores, ahí tenemos la incontestable realidad del toreo de Enrique Ponce y su natural expresión artística, su concepto, como el del maestro de Borox: "Parar, Templar, Cargar y Mandar". ¡Ahí es nada! Pero no se pueden lograr esas fases sin una inicial y primordial como es la de CITAR, desde el punto geométrico que exige la regla y demandan las condiciones del toro.

Es por ello que el sentido de la colocación en el joven y ya legendario maestro sea decisivo para la correcta ejecución de las suertes que cincela, por lo que se deduce que "no es igual dar pases que torear".
Se estima como la parte más bella y enjundiosa de su toreo la de delante, aquella en que el torero se enfrenta con el toro echándole la capa o la muleta adelante, para que a medida que la res va entrando en su jurisdicción, la va templando inclinándose sobre la pierna contraria, al tiempo que ésta avanza hacia el frente y alarga al toro en la profundidad del pase para transmitir su sentimiento a la emoción del aficionado.

En palabras del propio torero todo ello supone torear a favor de toro y lo distinto sería “destorear”, ya que la consecuencia del auténtico toreo "no es llevar al toro por dónde no quiere ir, sino por donde el lidiador quiere que vaya", y añade: "Por supuesto, con su permiso." El del toro, naturalmente.

¿Acaso no es su clasicismo conceptual el que han practicado lo más grandes del toreo?. Entre ellos no sólo se encuadra nuestro homenajeado, sino que incluso es considerado como "torero de toreros", es decir, mostrándose como un espejo donde mirarse el resto de la profesión, lo reconozcan o no lo reconozcan algunos.

La excelsa expresión artística del toreo de Enrique Ponce llega a todos y por todos es reconocida, con las consabidas negaciones y discrepancias, como no podría ser menos, que toda figura importante genera. Su apasionada afición y su responsable profesionalidad supera el más mínimo atisbo de sentido acomodaticio o actitud de relajo en su buen hacer que pudiera brotar de la continua admiración y reconocimiento que recibe de aficionados y públicos del orbe taurino que lo elevan al Olimpo de la Tauromaquia.
El diestro valenciano, hijo adoptivo de la provincia de Jaén como vecino de Las Navas de San Juan, no ha sido acogido en exclusiva ni por aficionados selectivos ni por las mayorías populares, se erige como torero de todos y para todos, con las masas entregadas durante lustros de ejercicio, sin que ello suponga el efecto del consabido aserto de que en los toros cuando la masa interviene el arte degenera, por lo menos en el caso de Enrique Ponce, que lo exhibe con la excelencia que le caracteriza.

La técnica, la estética y la expresión artística de Ponce en su asombrosa regularidad rayan en tal perfección que algunos, maliciosa y resentidamente, "la ven con hastío y la sufren por insultante". No sería esta la posición de Eugenio D'Ors quien afirmaba:

"No hay que cansarse de aspirar a la perfección ni de hacer apología de ella,
porque de lo demás, en fin de cuentas siempre quedará bastante".

Por el contrario hoy en día nos quieren convencer de que el toreo perfecto, "el no va más", "lo nunca visto" consiste por ejemplo en que cuando un toro se para por falta de acometividad o por estar entregado por exceso de brega, el torero avance hacia él en su verticalidad y de costado hasta rozarle la pala del pitón para provocar su arrancada y darle rígido un pase natural ¡pues vaya naturalidad!

Lo clásico, como así lo entendiera y ejecutara Domingo Ortega, sería despegarse perdiéndole un paso y ofrecerle el diestro el pecho, que es lo más noble que tiene el hombre, citar con la muleta adelantando la pierna, en movimiento lento acompañado ligeramente para que surja la belleza del muletazo.

Por otro lado no se aproxima a la perfección el hecho de citar al toro de perfil en actitud estática, lo que se conoce como "hacer el poste" y citar al toro con la muleta retrasada a la altura de la cadera para que se estrelle la res o conseguir a lo máximo un medio pase. A veces la cadera mejor serviría para "apoyar las manos y pasear por la calle de Alcalá…..con la falda almidoná", como cantara Celia Gámez.

El arrojo y el valor no radica en el ¡uy! o en el ¡ay!, los derrotes a la muleta por falta de temple pisando terrenos de cercanías mal calculadas, o en las cogidas frecuentes por defecto de técnica en la lidia del burel, puesto que la finalidad o el éxito del espada debe basarse en su dominio y la cogida por el toro indica su fracaso, sí, la supuesta épica del tremendismo, aunque sea con arte cuando el que lo interpreta está dotado de fino estilo.

Es por eso que reitero el concepto taurómaco del maestro Enrique Ponce, el cual en cada faena exhibe el esquema de movimientos en los que el arte del toreo consiste, de forma que llevando a la práctica las reglas clásicas hace brotar la excelencia de su toreo y todo lo que tiene de ritmo resaltará en la armonía de ese grupo escultórico en movimiento que es la belleza del arte de torear.

Para finalizar, y a mayor abundamiento, les refiero que fue el Conde de la Estrella el que consiguiera de Fernando VII, el Rey felón, la orden de crear la Escuela de Tauromaquia de Sevilla bajo la dirección del legendario Pedro Romero.

El noble albergaba el convencimiento de que en el toreo, en relación con las demás artes, la aplicación de las normas clásicas conducía al más puro y profundo romanticismo, estimando al maestro rondeño como depositario y fiel intérprete de estos valores, lo que así hacía saber al Rey en la numerosas cartas que le escribiera y en un fragmento de una de ellas así se refería:

"Sepa Vuestra Merced, señor mío, que el timón de esta nave es la muleta, en que
es Romero inimitable, ya llevándola horizontal al compás del ímpetu del toro, ya
llevándola rastrera, como barriéndole el piso dónde ha de caer, o que ha de usar
mal de su grado; aquella muleta que siempre huye y nunca se aleja de los ojos de
la fiera, que a veces le obedece como caballo sin freno".
Pues bien, señoras y señores, queridos amigos: les ruego practiquen un fácil ejercicio de imaginación y sustituyan del párrafo anterior el nombre de Romero por el de Ponce, el torero de época, de la época del Excmo. Sr. D. Enrique Ponce Martínez, naturalmente.

martes, 14 de abril de 2009

Domingo de Resurrección en Las Ventas (12-IV-09)

MALA TARDE PARA TALAVANTE EN EL DOMINGO DE RESURECCIÓN

Una tarde fría se torno gélida para las expectativas que el torero extremeño Alejandro Talavante había suscitado entre los aficionados que acudieron a su cita en La Monumental de las Ventas:No hubo calor.

A las seis, de un Domingo de Resurección, le correspondió seis toros de la ganadería de Nuñez del Cuvillo, con buena presencia y suerte desigual.


Texto: ©J. Campos
Fotografía: ©Dolores de Lara